Koldo CAMPOS
Idazlea
AZKEN PUNTUA

¡Lo nunca visto!

La primera vez que oí esa frase yo era un niño y fue a las puertas de un circo. ¡Lo nunca visto! También fue el titular que dejó en los medios de comunicación Donald Rumsfeld cuando la víspera de que invadieran Irak, y en rueda de prensa, apeló eufórico a la frase: «¡Van a ver lo nunca visto!».

Tal vez porque el siniestro secretario de Defensa estadounidense siempre tuvo algo de payaso, además de estafador y criminal, convocó a los medios a otra función de circo.

¡Solo por unos años, no se la pierdan...! ¡Lo nunca visto! ¡Pasen y vean a la niña sin rostro, al niño sin piernas! ¡Sesión continua! ¡Mujeres y militares gratis! ¡Pasen y vean... la bomba de racimo, con su secuela de explosiones en serie! ¡Fósforo blanco para recién nacidos! ¡La casa que se tira y se levanta! ¡El hombre sin cabeza! ¡El país que se destruye y reconstruye! ¡La mujer sin vientre! ¡Pasen y vean... al Super-Tornado inglés! ¡Y si usted cree que lo ha visto todo y no conoce el blindado Challenger, usted no ha visto nada! ¡Y no se pierda el famoso helicóptero Apache, el único, el genuino, acompañado de tres helicópteros Black Hawk por primera vez juntos en el cielo!

El mismo circo se sigue representando en otros escenarios en los que el capital cuida sus intereses y genera miseria y muerte.

Ahora que los leones insisten en devorar al domador, que los equilibristas se parten el espinazo contra el suelo, que a los magos no les salen los trucos y que a los payasos nadie les ríe las gracias, «lo nunca visto» empieza a estar al alcance de todos. Y sí, algunos tienen derecho a indignarse pero no a sorprenderse.