Nerea GOTI

Urduña pasa en tres años del borde del abismo a poder hacer inversiones

Tres años después de descubrir una deuda de 5,6 millones y un déficit de 900.000 euros que hacían temblar servicios públicos, Urduña acaba de aprobar un presupuesto que incluye inversiones. EH Bildu, en la alcaldía, resalta que es el resultado del esfuerzo en la gestión y del empuje de la ciudadanía, algo que hoy por hoy no deja de ser otro logro.

El Ayuntamiento de Urduña acaba de aprobar un presupuesto municipal que asciende a 4.467.453 euros y que incluye una partida de 300.000 euros dedicada a inversiones. Aunque a primera vista parezca bastante común, irrelevante en cualquier otro municipio de características similares, lo cierto es que los datos llaman la atención porque hace solo tres años el Consistorio urduñarra se encontraba al borde de la bancarrota.

En medio de una crisis que ya golpeaba con fuerza al municipio vizcaino, donde en la última década han visto desaparecer buena parte de su tejido industrial, unido a la rebaja en la financiación proveniente de otras instituciones, quienes llegaron a la Alcaldía en 2011 se encontraron con una deuda municipal de 5,6 millones de euros (el 97% del presupuesto) y un déficit en las cuentas municipales que superaba los 900.000 euros anuales. Trasladado a la realidad diaria de los residentes en el enclave vizcaino, el resultado era evidente: «estaba en peligro la viabilidad de los servicios públicos, como la residencia municipal, la limpieza viaria, el alumbrado público, la recogida de basuras, la biblioteca...», tal y como plantearon abiertamente a la ciudadanía. Otro dato que ayuda a comprender la magnitud del problema económico con el que se encontró a su llegada a la Alcaldía lo ofrece el propio gobierno municipal: «era tal el déficit de estructura del presupuesto, entre lo que se ingresaba anualmente y lo que tenía que gastar, que el Ayuntamiento perdía todos los años de 700.000 a 900.000 euros anuales».

La pregunta inevitable es cómo se pudo llegar a una situación así. Para quienes se encontraron con este panorama, la respuesta es clara: el estado de las cuentas es el resultado se una forma de hacer mantenida y consentida por instituciones como la Diputación vizcaina a lo largo de años.

Tapaban los números rojos «solicitando créditos para una cosa y utilizando el dinero para tapar este déficit», cuenta el equipo de Karlos Arranz, citando a modo de ejemplo que «solicitaban un crédito de 600.0000 euros para hacer la haurreskola, luego recibían ayudas de 600.000 euros para tal fin y no cancelaban nada del crédito, porque se utilizaba el dinero para cubrir ese enorme déficit estructural. De esa manera, el agujero cada día era más grande».

El método resulta cuando menos chocantes en una formación que sigue haciendo bandera de la buena gestión, según resaltan. «Esta es la manera de malgestionar del PNV de Urduña, con la ayuda del PNV de Bizkaia malgobernando la Diputación que, a sabiendas, consintió todo esto y colaboró aceptando primero que el Ayuntamiento se endeudara más allá de lo legal (llegando la deuda al 97% del Presupuesto Municipal) y dándole un millón de euros al Ayuntamiento, a pesar de saber que era para tapar el agujero y disfrazados de compra de acciones de Urduñederra a cambio del 13% de la Aduana».

El sueldo del alcalde

Otro dato, que tampoco pasa desapercibido en la localidad, es que en este escenario, «el alcalde del PNV, desde el primer día se puso el tope de sueldo que le permitía la ley y siguió creando este agujero». Por contra, una de las primeras medidas de la coalición a su llegada a la Alcaldía fue la reducción de las remuneraciones de los representantes municipales. El alcalde cobra lo mismo que cobraba en su anterior puesto de trabajo, como operario de una empresa del metal, por citar alguna de las medidas adoptadas por la coalición, que gobierna en solitario.

Para quien ha estado al frente del equipo que ha conseguido achicar deuda y déficit y reflotar las cuentas municipales, llegar a un presupuesto como el actual es un logro difícil de abjetivar. «A pesar de esa situación caótica, EH Bildu ha sido capaz de reflotar el barco que se hundía,el equilibrio entre ingresos y gastos es total y la deuda se ha rebajado hasta los 400.000 euros», sostiene la formación, sin pasar por alto que «el milagro» se obró también «gracias al empuje de la plataforma ciudadana y al compromiso de los trabajadores y trabajadoras».

Empleados del Ayuntamiento y de organismos municipales, colectivos y asociaciones y los alcaldes de la Junta de Ruzabal comparecieron junto al Gobierno municipal para reclamar la implicación de la Diputación en una solución a las arcas de Urduña. A esta comparecencia le seguirían distintas movilizaciones ciudadanas ante la propia sede foral en Bilbo. «Se ha producido una respuesta como pueblo y la implicación de los diferentes sectores sociales fue la clave para solucionar el problema económico. Hicieron entender a la Diputación la dimensión del problema que padecía el municipio», señalan a GARA fuentes de la coalición, para agregar que se logró abrir «una vía de acuerdo entre ambas instituciones que nos ha llevado a la situación actual». Así, a las medidas de ajuste realizadas en la administración local, «la Diputación ha contribuido con una aportación puntual extraordinaria de 820.000 euro entre los años 2013 y 2014 para la eliminación de las deudas».

Con las nuevas cuentas sobre la mesa, los representantes de EH Bildu remarcan que la deuda se ha reducido hoy de 5,6 a 4,1 millones, pasando de un 97% de endeudamiento en 2011 a un 67%, un dato que sigue siendo alto y «condicionando nuestra económia», a partir de «un legado del PNV» al que las cuentas municipales deberán seguir haciendo frente en próximos ejercicios.

En cualquier caso, subrayan que se han sentado las bases para tener una economía pública al servicio de la ciudadanía, lo que supone que el Ayuntamiento puede ahora «dedicar sus esfuerzos a cumplir sus obligaciones y compromisos con la ciudadanía haciendo una política de inversiones razonables». La partida de 2015, 300.000 euros, no da para proyectos estrella, pero sí para mejoras en el estado de las calles, edificios públicos y mobiliario urbano, en un ayuntamiento que tenía que «dedicar sus energías a buscar financiación para pagar la factura de la luz o las nóminas».