Mikel INSAUSTI DONOSTIA

«Red Army» fue el mejor equipo de hockey sobre hielo de todos los tiempos

Ganador del Premio del Público en festivales como Chicago, Middelurg o el American Film Institut, este documental realizado por el cineasta de origen ruso Gabe Polsky recrea el fin de la Unión Soviética en paralelo al de una de sus mayores glorias deportivas: el invencible equipo de hockey sobre hielo. Fruto del duro entrenamiento con una disciplina militar, sus jugadores llegaron a poseer tal nivel técnico que hacían ballet frente a la fuerza bruta de sus humillados rivales.

La idea que los cinéfilos tenemos del hockey sobre hielo es la que George Roy Hill nos transmitió en 1977 con su comedia deportiva «El castañazo», donde la modalidad en cuestión quedaba configurada como la más violenta que pueda existir. Dos años antes Norman Jewison había hecho la versión futurista con «Rollerball», que venía a ser lo mismo pero sobre patines y con unas consecuencias que iban más allá de las meras lesiones, al incorporar el sentido mortífero del espectáculo de la época del circo romano.

Gabe Polsky, debido a su origen ruso, ha querido recordar a los estadounidenses que ese deporte llegó a jugarse de una manera más limpia en los años 80. «Red Army» fue el mejor equipo de todos los tiempos, hasta que el fin de la Unión Soviética lo desintegró, y sus componentes, más los que les siguieron, empezaron a pasarse a las ligas profesionales occidentales y dejaron el olimpismo atrás.

Ballet sobre el hielo

El llamado Ejército Rojo era invencible, porque frente a la fuerza bruta del rival proponía un juego de salón, de movimientos que por su conjunción y nivel técnico se asemejaban más al ballet sobre hielo que a otra cosa. En el documental aparece el legendario jugador Slava Fetisov como máximo representante de aquella irrepetible generación campeona, aunque también se toca la decadencia con la marcha al profesionalismo, hasta desembocar en su periodo político de ministro de deportes en el Gobierno de Putin.

Llegados a ese punto, es lógico pensar en el impacto de «Leviatán», y en el hecho de que los actuales comunistas rusos hayan criticado la película por la escena del tiro a los viejos líderes. «Red Army», por su parte, saca a la luz el debate sobre los métodos aplicados en la URSS para obtener resultados deportivos, así como la utilización propagandística que se hacía de los triunfos en las Olimpiadas.

En el fondo del debate se sitúa una vez más, al igual que en la reciente «Whiplash», la conveniencia o no de aplicar una disciplina militar al entrenamiento. Lo mismo que ocurría con la gimnasia rítmica o la natación sincronizada se conseguía un dominio absoluto de la técnica, rayando la perfección, si bien a costa del sacrificio de la persona y la renuncia a llevar una vida como los demás.

No sorprende que aquellos héroes deportivos aparezcan ahora como víctimas de un sistema que ponía a prueba el límite de resistencia física y mental del ser humano.