Raimundo Fitero
DE REOJO

Prédicas

Estudios financieros en las enseñanzas medias fue el tema que reunió a tres individuos con ideas, facilidad de palabra y una concepción del mundo capaz de interesar a otros pese a plasmarlo de manera sencilla, tranquila y contradictoria entre ellos en «Salvados». Está claro que si le enseñas a un joven nociones básicas de economía y le aseguras que pagar la hipoteca es antes que comer o que ver cine, por ejemplo, le estás marcando un territorio ideológico que fundamenta el voto reaccionario y neoliberal y justifica todas las políticas de todos los agentes financieros, bancos, cajas o prestamistas asilvestrados.

Es lo mismo que si a alguien le dices en el mismo día escolar que se puede convertir el agua en vino en la clase de religión y a los diez minutos el profesor de química te demuestra científicamente que eso es imposible. ¿Qué puede salir de esa educación? ¿Se entiende ahora mejor el botellón, el consumo de pastillas de la felicidad y otras sustancias que llevan a buscar un poco de luz? Pero insistir desde el colegio en los conceptos de la economía capitalista más salvaje es una prédica abusiva, ya que instauran el pensamiento único, el que lleva a asegurar que solamente hay una manera de afrontar la crisis económica, rebajando los salarios, recortando asistencia social y todo aquello que contribuya a crear mayor distancia entre las clases sociales y más desigualdad.

Lo mismo que está cada vez más claro que Ana Pastor es la chica del PPSOE, la que mantiene todas las no ideas de ese partido bicéfalo que asume la mismas consignas económicas y que propugnan el desastre. Tuvo de invitado en su nada objetivo «El objetivo» a Alberto Garzón y convirtió lo que debería ser una entrevista en un acto electoral contra Podemos e IU, por si acaso, poniendo a Grecia como ejemplo de promesas incumplidas, coincidiendo con la prédica marianista y susanista. Está claro, el voto, la involución se trabaja desde las aulas y se remata en los programas televisivos confusos. La actitud de Ana Pastor es ya demasiado reincidente para constatar que su postura partidista tan evidente le sale espontánea. Su supuesta imparcialidad cada vez parece solo una pose.