Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «Refugiado»

La larga huida del terror doméstico de los malos tratos

Hay pequeñas distribuidoras que saben muy bien lo que hacen, y en Caramel han tenido claro que «Refugiado» es una película para ser estrenada de cara al Día Internacional de la Mujer. Es lo justo, porque en su paso por los festivales internacionales no recibió la atención que merecía, tanto en Cannes dentro de la Quincena de Realizadores o en Donostia dentro de la sección Horizontes Latinos. Y, salvo alguna excepción, que siempre tiene que haber, la mayoría de las críticas le han sido favorables.

Todo lo que prometía el cine de Diego Lerman en sus tres anteriores largometrajes -«Tan de repente», «Mientras tanto» y «La mirada invisible»- cristaliza en «Refugiado», sin duda su obra más madura hasta la fecha. Lo que me gusta de su cuarto largometraje es que no trata la violencia de género de una forma oficialista, en contra de lo que se suele estilar. Las estadísticas no mienten, tampoco en Argentina, porque algo se está haciendo mal, así que resulta lícito desconfiar del trabajo de las administraciones en este sentido. Y con todo el derecho del mundo Lerman plantea este drama social como una huida, porque a muchas mujeres acosadas solo les queda escapar en pos de una zona de seguridad situada en los orígenes mismos del matriarcado.

El vehículo narrativo escogido es el de la película de carretera desarrollada a modo de persecución, lo que conjugado con el thriller sicológico provoca una tensión constante, casi terrorífica. El gran acierto de la película es no poner rostro al maltratador, que es entrevisto como una figura fantasmal y monstruosa en la sombra, cuya voz resulta siempre amenazadora a través del móvil.

La pareja fugitiva se ve obligada a dejarlo todo atrás, empezando por su piso en el barrio de Lugano en Buenos Aires. La mujer, que está embarazada, pierde su trabajo en una fábrica textil y el pequeño de siete años pierde las clases. En su peregrinar no encuentran refugio, ni siquiera en el hogar de acogida para víctimas del maltrato, yendo de hotel en hotel, impulsados por el miedo y la duda.