Floren Aoiz
@elomendia
JO PUNTUA

La realidad no sigue consignas oficiales

La incipiente recuperación económica no se traduce aún en disminución de los embargos, dicen en una televisión y se quedan tan anchos. Podían añadir que según el CIS la gente no se cree el cuento del fin de la crisis, y aclarar que es porque no se han dado cuenta todavía de lo que sucede.

Cualquier día leeremos en el BOE una orden tajante a la realidad para que se pliegue a la versión oficial. Si Rajoy afirma que el Estado español es un ejemplo admirado, si Ken Sánchez añade que la recuperación debe revertir en medidas sociales, es sencillamente porque hace falta ser obstinado para insistir en que el panorama es sombrío. «España vuelve a ir bien», que balbucearía José María Aznar.

Creo que uno de los cambios vividos en el Estado español que las élites, o por lo menos una parte de ellas, tiene más dificultades para entender es el fin de la carta blanca para decir todo tipo de mentiras. Ciertamente, han sido décadas de arrogancia sin mayores consecuencias y ha arraigado entre estas élites la convicción de que, en general, el personal tragaba con todo. Podía haber malestar o protestas o ganas de irse corriendo del Estado en Euskal Herria y Catalunya, hasta podía ser que esta desadhesión tomara formas muy contundentes o se formulara en términos de secesión, pero más allá de esos territorios y de ámbitos reducidos, cualquier bola terminaba por colar.

El sistema estaba conformado de tal manera que si se cargaba demasiado desgaste o enfado en uno de sus polos (UCD-AP-PP por un lado, PSOE por el otro) la balanza se movía hacia el otro, y problema solucionado.

Así que pensaron que esta vez ocurriría lo mismo. Crisis, paro, precarización, miseria, desahucios, corrupción, sumisión a los mercados, represión contra la crítica política... a lo sumo desgastaría a uno y auparía al otro para seguir, en definitiva, haciendo la misma política y cometiendo los mismos abusos con otras caras. Pero las cosas no han sido exactamente así; han surgido otros agentes que canalizan el malestar y el deseo de cambio y se han fortalecido las fuerzas de izquierda soberanista e independentista.

Es peligroso tomar a la gente por tonta. Puede parecer que los vasos no rebosarán jamás, pero a veces basta una gota, la que faltaba. Maldita realidad, estará pensando más de uno ahora...