Alberto PRADILLA

Gipuzkoa centra el debate de Podemos tras decidir presentarse a las forales

Gipuzkoa está en el centro del debate interno de Podemos a la hora de concurrir a las elecciones forales. El acuerdo entre Madrid y el consejo ciudadano de la CAV para que la formación se presente con sus propias siglas ha dejado paso a una discusión centrada en el herrialde gobernado por Bildu. La dirección, liderada por Roberto Uriarte, quiere presentarse en las tres cámaras y es quien tiene la última palabra, aunque Donostia se opone.

Representantes del Consejo Ciudadano de Podemos en la CAV y de diversas localidades gui- puzcoanas mantuvieron un encuentro el lunes para valorar la posibilidad de sacar una lista en las próximas elecciones forales. Después de que las reuniones del fin de semana entre Madrid y el equipo de Roberto Uriarte terminasen con el aval estatal a presentarse con su propia marca el 24 de mayo, tocaba concretar por herrialde. Y aquí ha surgido el problema. Pese a que la mayoría de municipios de Gipuzkoa en los que Podemos tiene implantación sí que desean acudir a los comicios, Donostia se opone (también hubo reticencias en Irun, pero finalmente la mayoría del consejo avaló la línea oficial en la CAV). Algunos sitúan la discusión en la escasez de implantación del partido liderado por Pablo Iglesias en el territorio guipuzcoano. Sin embargo, de fondo también aparece un hecho objetivo: al rechazar la propuesta de «marca blanca», Podemos en la CAV se puede encontrar en Gipuzkoa ante una disyuntiva en la que ninguna de las dos opciones le beneficie. La primera, pactar con EH Bildu, que más que previsiblemente será la fuerza más votada, se ve con miedo. Teniendo en cuenta que la estrategia electoral tiene como principal objetivo el asalto a Moncloa, en Madrid asusta pensar cuál sería la utilización que haría la prensa española del acuerdo a seis meses de las generales. La segunda, sin embargo, también es difícil de explicar y supondría entregar el Gobierno al PNV (apoyado por PSE y PP), quien ya ha anunciado que eliminaría medidas como el impuesto a las grandes fortunas, algo que defiende Pablo Iglesias para el Estado. En público se intenta desviar la atención hacia otros asuntos, pero los pactos postelectorales y su impacto sobrevuelan los debates internos que desarrolla Podemos.

«La decisión (de presentarse en los tres herrialdes) le corresponde al consejo ciudadano», explica Roberto Uriarte, que argumenta que existe «unanimidad» en el órgano de dirección, pero que se está intentando convencer a los que no lo ven claro. Al no existir estructura por herrialdes, es el Consejo Ciudadano de la CAV el que tiene la última palabra. «El problema no es de competencias, sino que nosotros buscamos que el 100% respalde las propuestas», argumenta. El margen, sin embargo, es estrecho y parece que el partido está más centrado en organizar las primarias. Los grupos de Podemos en la CAV son heterogéneos. Como ejemplo, cabe recordar el caso de las capitales. Mientras que en Donostia se ha optado por no presentar lista, en Gasteiz se acude con un «partido instrumental» bautizado como «Sumando/Hemen Gaude» y en Bilbo se aboga por una candidatura ciudadana abierta también a movimientos sociales.

La reunión del fin de semana zanjó el debate sobre la «marca blanca». Los bandos tampoco llegaban blindados, pero en Madrid sí que predominaba la idea de evitar que el nombre de Podemos pudiese verse perjudicado por decisiones que no fuesen entendidas al sur del Ebro. Una discurso permeable, ya que había también representantes de la CAV que comparten esta idea. Superado el planteamiento y al margen de reuniones para intentar arrastrar al consejo de Donostia (que, por otro lado, es el único que fue avalado por Claro que Podemos, la línea oficial de Iglesias y su equipo) la formación mira el calendario. El tope para presentar listas es el 20 de abril y, antes, tocan primarias, en las que ya se barajan nombres para competir en Gipuzkoa, Bizkaia y Araba.

El plan de «no apoyar a las fuerzas tradicionales»

«Mi opinión personal es que, en los territorios en los que nuestra lista no sea la más votada, no debemos pactar, así que apoyaríamos a nuestro propio candidato». Así se expresa Roberto Uriarte, secretario general de Podemos en la CAV. Cierto es que, como indica, su voz es «una más de los 12.000 inscritos», que son los que tienen que avalar o no los acuerdos postelectorales, pero también lo es que no es una opinión cualquiera, sino cualificada. Su análisis es que el poder en la CAV está fragmentado y que cualquier aval implicaría mantener el estatus quo basado en cuatro fuerzas políticas (EH Bildu, PNV, PSE y PP, a quienes considera «fuerzas tradicionales»). El problema es que este planteamiento lo aplica igual para expulsar al PP de la Diputación de Araba que para mantener un Ejecutivo de izquierdas en Gipuzkoa. «Podemos hacer más desde la oposición y poner deberes a quien esté en el gobierno», insiste, señalando que, en caso de que no cumpliese, se plantearía una moción de censura a expensas de que le apoyasen el resto de partidos. Teniendo en cuenta que las encuestas prevén que Gipuzkoa sería el único herrialde en el que sus votos serían claves y que EH Bildu será la lista más votada, ¿cómo explica el partido una decisión cuyo efecto práctico sería entregar el Ejecutivo a quien quiere eliminar la fiscalidad progresiva, el impuesto a la riqueza o imponer la incineradora? «Si una persona es de Bildu no lo va a entender», argumenta Uriarte, quien afirma que su intención es «no mantener el tablero como está».

No obstante, esta no es la única posición dentro de Podemos. De hecho, como indica el propio Uriarte, «hay otras personas mucho más proclives a llegar a acuerdos o entrar en gobiernos». Tal y como se plantea en el reglamento interno de la formación, la última palabra la tienen los inscritos en la CAV. Aunque también existe un «pero». Y este es la cláusula del documento político aprobado en Vistalegre en el que se reservaba al consejo estatal la capacidad de vetar pactos que contravengan el interés del partido. Aunque incluso en este escenario, todavía lejano aunque no tanto, no existe una posición homogénea, ni siquiera en el marco estatal. A.P.