Ainara LERTXUNDI
REALIDADES SAHARAUIS

Voces silenciadas viajan desde el Sáhara ocupado al Consistorio donostiarra

El salón de plenos del Consistorio donostiarra cambió ayer su aspecto habitual para albergar en su interior una haima saharaui sobre la que retumbaron los testimonios de ocupación, represión, tortura, desapariciones, detenciones... Las voces del Sáhara Occidental traspasaron los muros de la censura en un emotivo acto en el que se reivindicó el derecho a decidir de los saharauis y se denunció la situación del activista Hassanna Aalia.

El de ayer fue un típico día lluvioso de Donostia. Los paraguas, zapatos y botas tuvieron que quedarse a la entrada del salón de plenos de Ayuntamiento. Ayer no estaba permitido acceder a su interior calzado. La haima gigante instalada a la entrada y el aroma del té conducían al recién llegado hacia el corazón del Sáhara Occidental. El mismo día en que muchos saharauis trataban de manifestarse en las calles de El Aaiún ocupado reclamando sus derechos y que la misión de la ONU, Minurso, vele, de una vez, por ellos, en el Consistorio donostiarra, el alcalde, Juan Karlos Izagirre, recordaba y defendía su reciente viaje a los territorios ocupados.

«Esta haima es un símbolo del pueblo y la cultura saharauis, totalmente prohibido en el Sáhara Occidental, donde la represión, las vulneraciones de los derechos más básicos son una constante. Donostia tiene una larga trayectoria de solidaridad con el pueblo saharaui. Como alcalde recibí la invitación por parte de activistas y organizaciones en defensa de derechos humanos de viajar a los territorios ocupados para conocer de primera mano su situación. Nos comprometimos a divulgar en la medida de nuestras posibilidades sus testimonios», señaló Izagirre entre aplausos.

Entre las voces recogidas en el documental «Mensajes desde el Sáhara Occidental», exhibido ayer, hay testimonios como el joven saharaui Rgaibano Lahwaij, de 22 años. «El 15 de diciembre, después de una manifestación, la Policía me llevó en un coche fuera de la ciudad, al desierto, me quitaron la ropa y me empezaron a pegar salvajemente; luego me violaron con una porra». O el de Fatimatou Dambar: «Mi hermano desapareció una noche hace cinco años, lo mataron de un tiro y lo tuvieron 17 meses en la morgue. Nunca nos dejaron verlo. No sabemos si está enterrado y la Policía trata de comprar nuestro silencio». También el de Maimuna, madre de Hassanna Aalia: «Nuestro hijo estuvo desaparecido cinco días en 2007. Cuando lo vi, no lo reconocía; tenía la cara desfigurada y ni siquiera se podía poner en pie. Tenemos miedo de que lo vuelvan a detener y de que lo metan en la cárcel y lo torturen».

Entre el público estaba Aalia, quien, emocionado, vio y escuchó a su madre y recibió de manos de Izagirre un cuadro hecho con arena traída por el propio alcalde de su viaje a El Aaiún. Condenado a cadena perpetua por un tribunal militar marroquí, el Gobierno español le ha denegado el asilo político.