A.P.
MADRID
CRISIS POLÍTICA EN EL ESTADO: ELECCIÓN DEL PRESIDENTE

PP y Ciudadanos ultiman un pacto que sigue necesitando al PSOE

Salvo sorpresa, PP y Ciudadanos escenificarán hoy el acuerdo que han negociado esta semana. Medidas que no se llevarán a cabo porque entre los dos partidos no suman lo suficiente para que Mariano Rajoy sea investido esta semana. Al margen de los detalles, la pelota sigue estando en el tejado del PSOE, que sigue aferrado al rechazo al PP.

Hace cinco meses los titulares estaban centrados en las medidas que PSOE y Ciudadanos habían pactado para la fallida investidura de Pedro Sánchez. Ahora, Albert Rivera ha cambiado de compañero de baile y presenta iniciativas acordadas con Mariano Rajoy. Fuegos artificiales porque, salvo sorpresa, el resultado será el mismo: sin mayoría no hay presidente. A última hora de ayer, coincidiendo con el ultimátum lanzado por el partido naranja se esperaba un preacuerdo con el que escenificar el bloque de los 170 escaños de cara al martes. Por el camino, los de Rivera se han dejado hasta una definición de «corrupción» en la que no entran ni los casos contra los que supuestamente se escandalizaron hace meses.

Ahora es el momento de Ciudadanos, que necesita la foto para que Albert Rivera siga jugando a ser Adolfo Suárez. Por eso, en las últimas horas de ayer se filtraban los acuerdos que se materializarán en el pacto de investidura. En principio es un centenar de acuerdos cuya validez reside en la capacidad de presionar al PSOE. Habrá que ver ahora cómo los estrategas de Ciudadanos logran poner sobre la mesa las coincidencias con lo firmado hace cinco meses. La estrategia es sencilla: preguntar a Pedro Sánchez por qué lo que era aceptable en marzo no puede ser apoyado ahora.

En términos concretos, Rivera vende como logro el compromiso del PP de «recuperar» los 2.800 millones de euros que no se ingresaron durante la amnistía fiscal. Como siempre, habrá que esperar a la letra pequeña. Porque si algo ha demostrado Génova es su capacidad de aferrarse a la abstracción para imponer su guión.

Otra de las medidas que se habrían acordado es un modo de que la elección de los alcaldes sea directa. También una supresión de gastos de diputaciones españolas, un complemento salarial a las rentas bajas o igualar los permisos de paternidad y maternidad. No obstante, el texto definitivo no se conocerá hasta, previsiblemente, hoy, cuando los portavoces parlamentarios de PP y Ciudadanos, Rafa Hernando y Juan Carlos Girauta (que ha ejercido de «doberman» durante toda la negociación) sellen el acuerdo.

Si el guión se cumple, que sean los portavoces y no Rajoy y Rivera los que firmen el documento también tendrá su importancia, al menos simbólica. No será una repetición del pacto firmado ante «El Abrazo» de Genovés.

A la espera de cómo se materializa un pacto que todo el mundo daba por hecho, hoy se da otro paso más hacia la investidura fallida de Mariano Rajoy. El presidente en funciones pasará por lo que nunca quiso: someterse al Congreso y perder. Lo que pase a partir de entonces es una incógnita.

 

Cómo la corrupción dejó de ser un lastre

Si algo define el paripé que han desarrollado estos días PP y Ciudadanos es en qué ha quedado el supuesto pacto «anticorrupción». Después de que Albert Rivera lo presentase como su gran ultimátum, todo ha quedado reducido a una redefinición de «corrupción política» en la que no entran ninguno de los casos que han sacudido la política española en los últimos años. Juan Carlos Girauta se presentó hace dos días reivindicando que ellos eran los únicos capaces de definir la falta. Pero sus necesidades políticas han terminado por reducir el término. Según Ciudadanos, corrupción es ahora lo que implique enriquecimiento personal, a un partido o a terceros. Nada de prevaricación o malversación de fondos. Casos como los de los ERE quedarían fuera de la fiscalización política, al margen de lo que digan los tribunales. Con estos mimbres se haría una comisión de investigación sobre la financiación del PP.A.P.