El placer de perder el control
Damián Szifrón trae a Zinemaldia seis «Relatos salvajes» que indagan en uno los sentimientos más íntimos y explosivos del ser humano: la ira. El director y guionista argentino parte de situaciones estresantes en las que los personajes pierden el control y se despachan a gusto con aquello que les irrita. Una comedia negra que gustó mucho al público donostiarra.

Un hombre que reúne a todas las personas que, según él, le han arruinado la vida en un avión que prevé estrellar; una cocinera que quiere vengarse de un agente inmobiliario sirviéndole veneno para ratas; dos conductores que, empujados por la competitividad, se ven envueltos en una pelea de lo más absurda que sube de tono hasta límites insospechados; un hombre cansado de recibir multas injustas y de ser ninguneado en las ventanillas que decide hacer saltar por los aires el depósito de coches; un multimillonario que no está dispuesto a que le saquen los cuartos mediante extorsiones; y una novia que se venga de la infidelidad de su pareja de la manera más sorprendente el mismo día de su boda. Estas seis historias son los «Relatos salvajes» que trae Damián Szifrón a Zinemaldia. Relatos independientes entre sí pero con un nexo de unión: la explosión de rabia que lleva al ser humano a perder la razón y dejar aflorar sus instintos más básicos. En definitiva, el director y guionista argentino habla del placer de perder el control en una comedia negra que divirtió, y mucho, al público donostiarra.
El film se proyectó dentro del apartado Perlas, puesto que ya compitió por la Palma en Cannes, ganó el premio del público en Sarajevo y Lima, y también ha participado en Toronto.
Para hablar de la película estuvo ayer en Donostia Szifrón junto a Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia, actores que participan en dos de las piezas, y los productores de la cinta, los hermanos Agustín y Pedro Almodovar. Este último aseguró que tenía «muchas ganas» de trabajar con Szifrón desde que vio «Tiempo de valientes», su segundo largo: «Me gustó mucho y me dije: vamos a estar atentos a este chico. Nos pusimos en contacto y cuando me llegó el guion me fascinó, me divirtió muchísimo. Es insólito que te llegue un guion de esa calidad».
Szifrón puntualizó que el guion -y la posterior película- se basan en situaciones «donde las personas son humilladas y hay un deseo de liberación; trata del placer que produce el responder a esas agresiones». Relató que se ha basado en sus experiencias y en situaciones cotidianas que, según afirmó, pueden ser fácilmente identificadas por los espectadores: «La grúa me ha llevado el coche gran cantidad de veces y descubrí que todo estaba diseñado para que no te pudieras quejar... También he estado en bodas donde había una tensión contenida y creo que todos podemos llenar un avión con personajes que nos han perturbado. Llevé todo eso al terreno de la imaginación y di rienda suelta a los personajes; que hagan lo que quieran sin reprimirse, que es lo que solemos hacer nosotros ante estas situaciones».
A este respecto, Darín habló de su personaje -no sin antes alabar el «espectacular trabajo» de su compañero de reparto Sbaraglia y ganarse por ello un beso en la mejilla-, y opinó que la gente se sentirá identificado con él: «Bombita cubre las fantasías de probablemente todo el mundo, porque, ¿quién no se ha visto humillado alguna vez por los trámites burocráticos?». Darín destacó que el mayor desafío para los actores fue «contar todas esas sensaciones en 20 minutos» y aseguró que cada uno de los relatos tiene «su propia identidad y fuerza. Lo que merece un aplauso es el atrevimiento de Damián a recordarnos que podemos comportarnos como niños, aunque sea para recuperar nuestras emociones».

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