Pablo CABEZA
BILBO
Interview
MIREN FERNANDEZ Y JOSEAN MARTIN
VOZ Y PIANO DE TADUSAK Y GUITARRA, BOUZOUKI

«Se trata de acercar nuestra tradición desde una perspectiva actual»

Tadusak es uno de los proyectos folk más sugerentes de los últimos años. Ideado en la agitada mente del veterano Josean Martin (Ganbara, Alboka, Lantz, Xernege...), el sexteto lleva unos meses presentando «Bide luzea Ternuarat», un inspirado viaje por la canción tradicional renovada, donde los textos marineros son el guion de siglos pasados frente a un sonido que baila entre el ayer y el presente futuro.

Resulta turbador que discos como “Bide luzea Ternuarat” terminen colmados de buenas críticas en medios de diferente origen, incluso en listas europeas, y que sus canciones no trasciendan más allá de los círculos habituales de su entorno próximo, y, en la mayoría de las ocasiones lejos de las contrataciones habituales de fiestas. De hecho, habría que recuperar el espíritu de los «kantaldis».

«Bide luzea Ternuarat» podría sonar continuamente en las emisoras de radio, o lo que queda de ellas ante la huida de oyentes, pero siempre queda la mañana o la noche para «colar» una buena canción que no sea la comida diaria de una hamburguesa, pero mas parece que la carne y grasas trituradas –las canciones facilonas– valen mucho más que las cualidades contrastables de catorce temas tan fuertes como el valor del pasado y el futuro sin colesterol de la música.

Hablamos también del sentido de la estética, de la belleza. Nos referimos a una voz de armónico timbre, afinada de continuo, flexible, sutil al oído. Doblada en muchas ocasiones con acierto y afianzada puntualmente con recios coros masculinos.

Nos referimos a seis músicos que han pasado por Ganbara, Alboka, Euritan Blai, Lantz, Beti Mugan, Mikle Errazkin ta HF, Xarnege (vigente) o las carreras en soliatrio de Miren o Antxon Sarasua, de currículo curtido y variado.

Ella es Miren Fernandez. Ellos son, además, Josean Martin, Xabi López, Juan Ezeiza (todos incansables) y su hijo Andoni Ezeiza (hijo también de M. Eugenia Etxeberria), quienes se enfrentan a la guitarra acústica y eléctrica, el piano, el bouzouki, harmonium, violín, mandolina, xirula, alboka, percusiones… Vamos, desde la prehistoria hasta el presente con una calidad y buen gusto que emociona.

“Bide luzea Ternuarat” es un disco de folk tradicional atravesado por la contemporaneidad. Básicamente es un álbum acústico, aunque puntualmente una guitarra eléctrica rompe las reglas sin llegar a la distorsión rockera. La mesura, los duelos de piano y violín, de voz contra voz, de acústica contra alboka… son admirables.

Unos contra otros extrayendo el pasado para dejarlo en el presente mediante piezas tan desoladoras para el corazón como “Itsasoan laino dago”, que se muere de hermosura, como ocurre con “Neska ontziratua”, donde la voz se dobla y donde pasado y futuro deben encontrarse. Van llegando instrumentos entre el sonido de las guitarras y hasta que la instrumentación toma el timón hacia Terranova perdiéndose entre la niebla.

Un curioso arreglo de cuerda, bajo con tapping, percusión, zanfona y violín, más la voz de Miren dan paso a otra de las canciones de piel más seductora, “Izar ederra”.

No lejos de este océano de ballenas y arpones, de marineros sin rostro ni nombre, de historias de sal y velas se encuentra “Mariñeluarekin anamoratua”, de aire francés cercano a la chanson, que no extraña, ya que es una canción del quebequense Antoine Gerine. La voz de Miren cambia de registro a la par que se acompaña de piano y violín. Qué final.

No obstante, antes han sonado la jovial y pegadiza “Jançu janto” o “Ville du Havre-ren hondoratzea”, que con la entrada de la guitarra eléctrica (en un estilo muy Mugalaris-Ordorika, sinónimo de buen gusto) se asocia con las posibilidades que ofrecía el folk-rock a finales de los sesenta y primeros setenta, pero sin perder de vista 2015.

Como un himno traza su estela “Bide luzea Ternuarat”, otra grande, y que nos habla de los peligros del mar. No cuesta imaginarla en una taberna con olor a grasa de ballena.

Mikel Urdangarin canta la bucólica “Ene mutil”, Maria Eugenia Etxeberria (Ganbara) muestra que conserva una buena voz, templada y de cálido tono. Siguen las colaboraciones, las nobles canciones, esta visión arcana de los viajes entre el Atlántico y las costas de Tadusak, por centrar. Transcurre una hora en seis minutos y el disco siempre a mano.

Miren Fernandez es de Zarautz, pero vive en Durango por cosas de cupido. Tiene plaza fija como enseñante de música, pero prefiere, al menos de momento, partir todos los días a las 8 de la mañana hasta un barnetegi situado en Alkiza. Allí enseña euskara en comisión de servicios. Se entusiasma con los niños, su relación con el euskara y las diversas actividades que realizan durante el día. Cada semana un grupo de alumnos. Son más de 200 kilómetros cada día, pero no le importan porque es feliz con su trabajo, que adora. Cuando acaba puede tocar ensayo en Oiartzun y llegar a casa a las 22.30, con las luces de la calle encendidas. Ella es entusiasmo, delicadeza y pasión. Y, además, está en un proyecto de grandes músicos y bellas canciones de espuma y azul.

Xarnege ya es una banda en la línea folk consolidada, ¿por qué la necesidad de Tadusak?

Josean Martin: Son proyectos diferentes. La idea surge hurgando en el repertorio musical vasco relacionado con el mar, tras un viaje de Xarnege a Québec. Juan y yo nos planteamos una recopilación de temas de los antiguos marinos vascos. Encontramos cosas interesantes. Bastantes más letras que música. Parece ser que los grandes recopiladores del folclore vasco de los siglos XIX y XX se centraron más en el campo y la montaña. Después esa idea germina y crece con la unión al grupo de Miren, Xabi y Andoni. Estos dos últimos ya habían participado conjuntamente en otros proyectos como Ganbara y Lantz. La última incorporación ha sido Antxon Sarasua a las percusiones, voz y acordeón.

¿Qué historia alberga Tadusak?

JM: Tadusak (o Tadoussac) es un pueblo del norte de Québec, en el región a la que acudían los balleneros vascos en los siglos XVI y XVII. Parece ser que es una palabra de origen vasco. Hay muchas más en la zona. Por ejemplo, Port au Choix (Portutxoa), Baratchoa, Plasentia, Oxelaga...

¿El temario ha condicionado el tipo de instrumentos? El piano no es muy folk, pero encaja a la perfección.

Miren Fernandez: Depende cómo definamos el folk. Nuestra idea no es interpretar música de museo con los instrumentos y armonías de épocas pretéritas. Más bien se trata de acercar nuestra tradición desde una perspectiva más actual. Ahí caben instrumentos, y formas de hacer, antiguos y modernos. No hay más que rastrear nuestros currículos para ver que llevamos años con esta idea. Para mí el piano ha sido el mayor reto. De mi voz me fío casi siempre. Es algo que gracias al cosmos me vino de serie (su ama fue cantante). Con el piano ya me he acostumbrado y está mi gran amigo del alma y pianista Antxon Sarasua. Él está ahora a la percusión; o sea que el piano ha caído en mis manos. Una experiencia enriquecedora.

¿Los textos han influido en los arreglos?

MF: Hemos procurado respetar el tono de la letra (alegre, dramático, melancólico...). A partir de ahí, no nos hemos marcado más límites que los de nuestro gusto. Los arreglos se han ido proponiendo entre todos durante los ensayos hasta crear la canción. A veces ha sido difícil avanzar porque somos muchos y con diferentes gustos.