El aire de comedia le sienta muy bien al gran cine de superhéroes

AMarvel no le basta con explotar sus ya consolidadas franquicias, sino que además saca del cajón otras historietas con superhéroes no tan famosos, pero que también funcionan de cara a crear el consiguiente ciclo cinematográfico. La posibilidad de llevar a la gran pantalla al Hombre-Hormiga siempre había estado ahí, y fue el estreno a finales de los 80 de “Cariño, he encogido a los niños” lo que retrasó el proyecto, debido a que la creación de Stan Lee, Jack Kirby y Larry Lieber también jugaba con el cambio de tamaño. Son, al fin y al cabo, ideas deudoras del clásico de la ciencia-ficción de Jack Arnold “El increíble hombre menguante” (1957), basado en la novela de Richard Matheson.
Sabedor de todo ello, el cineasta inglés Edgar Wright quiso dar a la película un tono paródico, pero al estudio no le gustó el estilo de comedia negra que firma el autor de “Shaun of the Dead”, por lo que se despidió de la producción alegando insalvables diferencias creativas.
Su sustituto ha sido Peyton Reed, que tiene experiencia en el género en una vertiente más romántica y, desde luego, menos oscura. La cuestión es que a pesar de todo el resultado final de “Ant-Man” es el de una divertida comedia de acción a la que el actor Paul Rudd ha aportado, además de su empatía, la escritura de unos graciosos y dismitificadores diálogos.
El humor le sienta muy bien al cine de superhéroes, que se estaba volviendo demasiado serio e inclinado hacia la tragedia épica, y con una excesiva carga mitológica. Todo eso es tomado aquí a pura broma, gracias a que “Ant-Man” acierta en su juego de proporciones, también de cara a encajar el espíritu modesto de la serie B con una gran producción de 130 millones de dólares. Los efectos, sobre todo los relativos a los ejércitos de hormigas voladoras, con el protagonista como jinete, están muy conseguidos.

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