Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «LOS JUEGOS DEL HAMBRE: SINSAJO. PARTE 2»

La última flecha

Vista la segunda entrega  de “Sinsajo” con la que se pretendía dotar al epílogo de la saga “Los juegos del hambre” de un apoteósico final cargado de emoción y fuegos de artificio, nos quedamos con la idea de que que ambas partes finales hubiesen sido perfectamente condensadas en una sola. Sabedores de que los imperativos de la industria cinematográfica van por derroteros lindantes a exprimir al máximo una fuente de ingresos segura, asumimos que esta segunda entrega no es más que un divertimento que, convenientemente aderezado con elementos de diferentes géneros, ha sido presentado como una obra entusiasta y diseñada para un público adolescente que ha topado con un futuro distópico lindante a aquel legendario bosque de Sherwood habitado por Robin Hood y su cuadrilla de forajidos justicieros. Gobernado por completo por una Jennifer Lawrence que asume con entusiasmo su rol de jefa de pista de este circo de tres pistas futurista, “Sinsajo. Parte 2” muestra las habituales carencias de una obra que ha sido diseñada como mera prolongación-excusa de una historia en la que se repiten las persecuciones a través de sótanos lúgubres que derivan hacia el epicentro del mal concentrado en el llamado Capitolio. Aderezado por un ritmo trepidante y un encadenado de frases lapidarias, el filme transcurre por los cauces previstos a golpe de efectos digitales que no aportan nada novedoso. A excepción del oportuno toque péplum que impregna el relato, sobre todo en su recta final, y la escena explosiva que se desarrolla a la entrada del demoníaco Capitolio, el resto se asoma como un remiendo de secuencias hilvanadas sin excesivo entusiasmo por un cineasta, Francis Lawrence, que se limita a cumplir con el expediente y sin arriesgar en exceso. Por no brillar, ni siquiera destaca el infalible rictus cínico que esgrime un Donald Sutherland que pasaba por allí.