Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La religiosa»

El clásico de Diderot se suma al debate sobre el fanatismo

El hecho de que Jacques Rivette hiciera una magistral adaptación del clásico de Diderot “La religieuse” (1966), tiende a excluir ya de entrada cualquier intento posterior de volver a llevar a la gran pantalla el texto original del siglo XVIII. Pero en los tiempos que corren de marcado fanatismo religioso, no está de más releer una obra que en su época ya analizó en profundidad la forma en que los credos llevados a una práctica extrema, en este caso el católico, sirven para reprimir al pueblo y coartar su libertad a la hora de elegir sus creencias o no creencias.

Queda claro pues que la versión actual de “La religiosa” es oportuna y viene a cuento, y aún así se sigue condenando a Guillaume Nicloux por no ser el cineasta adecuado para hacerla. Pero si el proyecto es suyo, ¿quiénes son los demás para negarle el derecho a llevarlo a cabo como mejor considere? En su posterior trabajo “El secuestro de Michel Houellebecq” (2014) ha demostrado capacidad sobrada para aplicar distintos estilos al tratamiento de cada tema, según su naturaleza. Por eso para contar la leyenda urbana en torno a la desaparición del provocativo escritor francófono utiliza el falso documental. Nada que ver con la narrativa más austera y de cronología lineal puesta al servicio de la historia de la novicia Suzanne Simoni, nombre ficticio tras el cual se escondía un caso real.

Pienso que el distanciamiento que emplea Nicloux con respecto a la protagonista y su tragedia personal es un antídoto para no caer en sentimientos compasivos, por eso deja que el relato fluya al ritmo lejano, casi congelado en el tiempo, de la apartada y recogida vida monacal. Son las interpretaciones de las actrices las que se imponen sobre cualquier elemento ambiental, destacando una joven Pauline Etienne, que se las tiene que ver nada menos que con Françoise Lebrun, Louise Bourgoin e Isabelle Huppert como las sucesivas madres superioras.