Cuando la vida se mide en momentos
El Athletic no deja que se estire la goma que le separa de los puestos europeos que marca el Eibar y en un alarde de eficacia rematadora goleó a un equipo armero que trató de dar la cara pero se vio superado también en intensidad por un Athletic liderado por un excelso Beñat, secundado por San José y aupado en los goles de Aduriz. «¡Pa los pollos!».

ATHLETIC 5
EIBAR 2
‘‘Buscando a Eric’’ (2009) es uno de esos retratos de la sociedad inglesa en el que esta vez Ken Loach se centra en las dificultades de un cartero que además es hincha acérrimo del Manchester United, tanto que se ha creado un ‘amigo invisible’ al que contarle sus penas y que no es otro que The King Eric Cantona, en persona. El irrepetible ‘7’ de los Red Devils, en una de esas conversaciones, le confiesa la razón de por qué jugaba: «Intentaba sorprender al público y hacerles un regalo cada partido, siempre. A veces no lo conseguía, pero cuando lo hacía... Se nos grababa para siempre». Alguien escribió que la vida debería medirse en momentos, no en minutos ni en horas. Y eso es lo que nos depara Aritz Aduriz, momentos, nuestro Eric Cantona particular, para el que como el anuncio de la Lotería, lo mejor es compartirlo. Y él los comparte. Pep Guardiola sostenía que en San Mamés las cosas parece que suceden dos veces, y ayer el goleador donostiarra nos dedicó dos voleas traducidas en sendos golazos, que el de Messi del sábado ante el Málaga se queda en una mera anécdota.
«¡Pa los pollos!», que hubiera gritado una, y otra, y otra... hasta cinco veces el mítico ‘Rompecascos’ mientras estrellaba una botella contra su cabeza, de haber asistido al espectáculo futbolístico de San Mamés, sobre todo en una primera mitad plena de intensidad, despligue físico y goles, hasta cuatro para matar el gusanillo de la afición rojiblanca, dadas las horas.
El marcador final, siete goles que no se veían en un duelo vasco en Primera desde el 3-4 de los leones en Atotxa en 1956, resume bien a las claras lo que se vio sobre el césped. De inicio, un Eibar que al minuto 3 de juego hizo honor al temor que despertaba en el ‘Botxo’ y se sacó de la chistera un golazo. Contra de libro, toque a toque, basculación del juego, un Athletic descolocado, centro de Capa al área, Enrich deja pasar y Borja Bastón que llega para machacar. Explotaban los más de dos mil seguidores eibarreses, replicaba la grada local con tímidos gritos de ánimo a los suyos, que se enredaban a partir de ahí en un cúmulo de desaciertos, malos controles, peores pases, algún patinazo, Laporte y Balenziaga que chocaban... Un recital.
El Athletic buscaba su lugar en el partido, con un nervioso Bóveda atrás –sorpresa de Valverde en el eje de la zaga–, un Muniain que se ofrecía pero no daba un pase a derechas... Y en eso, un centro pasado que acaba en la otra banda, De Marcos para, templa y allí emerge la figura del héroe del partido, Aduriz, 34 años maleables como un bebé, que con un tijera a un metro de altura la caza a la red. Valverde aleccionaba de inmediato en la banda a Bóveda y Balenziaga en tanto la grada se olvidaba con razón del «¿Y Llorente qué?» y hacía justicia al unísono con «Aritz Aduriz, loro, loro, lo, lo...».
Fue un choque intenso, donde el Athletic, o mejor, la batuta de Beñat y la barredora de San José, iban a adueñarse de la zona ancha del campo, sobre todo después de que Saúl Berjón mandara al larguero un cara a cara con Iago y ese dominio local fraguara en el segundo de los bilbainos, con Sabin Merino haciendo bueno un córner ejecutado por el de Igorre. Media hora, volteo al marcador y José Luis Mendilibar que se desgañitaba desde la línea de cal. Estéril. Minutos después, la bota de Beñat pone en juego una falta que ante una irreconocible zaga armera la aprovecha Laporte para festejar su partido cien como león. Una celebración empañada por el penalti que iba a cometer al inicio de la segunda mitad. Tercero del jugador esta temporada. Se confió, falló y repitió una falta que no es nueva. En fin, Laporte.
El 2-3 de Borja Bastón fue un espejismo, porque al Eibar la ilusión le iba a durar lo que la camiseta de Darío Urzay en un once del Athletic. Cuatro minutos después, Beñat reparte cartas, Balenziaga marca duples y Aduriz amansa con la ‘mala’ un bote pronto que se cuela cual obús. Órdago a mayor. «¡Aritz Aduriz, loro, loro, lo, lo...». Un intercambio de golpes del que salió victorioso el Athletic, que ganaba en intensidad y pegada, hasta que el fuelle comenzó a escasear en el fogón bilbaino y el Eibar pasó a empujar, apretar, pero sin ahogar. Oxígeno en los banquillos que le dio más aire al Athletic que a los de Mendilibar, y un robo del joven Lekue acaba con Dos Santos despejando en su propia portería. 5-2, minuto 80, ¿partido sentenciado? El Eibar casi volvió a dispararse en el pie en otra jugada y Aduriz desaprovechó el triplete con una vaselina en un mano a mano con Riesgo que se fue desviada.
Final. «I´m not a man. I´m Cantona». Y él Aduriz. Antes, San Mamés había ovacionado a Beñat. Como decía el propio Eric en esa película, «a veces da más gusto regalar que recibir, que es algo más egoísta». Momentos.

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