«LEXIT», el «Brexit» de la izquierda británica
El Partido Laborista votará a favor de permanecer en la UE. Sin embargo, más de un tercio de sus votantes se declara euroescéptico, en consonancia con otras formaciones de izquierda que apuestan por que Reino Unido abandone el bloque comunitario.

El analista político de Reuters Williams James publicó la pasada semana un artículo asegurando que la campaña laborista por Europa será decisiva para el resultado del referéndum propuesto por el primer ministro británico, David Cameron. Es bien sabido que el político conservador y el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, introducirán la misma papeleta en la urna cuando se celebre la consulta sobre la permanencia de Reino Unido en la UE el próximo 23 de junio. Sin embargo, si en el reverso del papel pudieran escribir las razones de su voto, es obvio que serían casi antagónicas.
Algunos acusan a Corbyn de no estar suficientemente inmerso en la campaña por la permanencia en Europa, después de que hace unos días optara por acudir a un acto a favor del desarme nuclear británico en lugar de asistir a un evento organizado por los laboristas proeuropeos. Sin embargo, Corbyn encabeza los mensajes a favor de una Gran Bretaña dentro del club de los Veintiocho, argumentando que el sistema europeo, aunque necesitado de reformas, tiene los instrumentos y garantías para «proteger los derechos de los trabajadores» y que dentro de Europa el Partido Laborista hará honor a su nombre, «defendiendo esos derechos y trabajando a su vez por una Europa más justa y más próspera». Las razones laboristas para permanecer en Europa versan, por tanto, sobre la protección de los trabajadores y sobre la prosperidad de Gran Bretaña en Europa «en un mundo cada vez más internacionalizado». Es por ello que Corbyn no duda en utilizar el adjetivo «irrelevante» cuando escucha a Cameron hablar sobre lo acordado con Bruselas. «Ninguno de los puntos en los que el primer ministro se ha centrado da respuesta a las necesidades reales de la clase trabajadora», asegura el líder laborista en prácticamente todos los debates sobre la cuestión que se han celebrado hasta ahora en Westminster.
Precedente en 1975
A pesar de ello, Corbyn no encabeza la campaña laborista por la permanencia. Lo hace Alan Johnson, histórico del partido de los trabajadores, exministro de varios ramos en los diferentes ejecutivos laboristas que han gobernado hasta ahora.
Johnson, de 65 años, recuerda el precedente de 1975 como un buen ejemplo para que la ciudadanía reflexione en profundidad sobre su sentido de voto. Un referéndum en el que, por cierto, Corbyn votó a favor de romper con Europa. «Eran otros tiempos –ha reconocido recientemente– y la situación era totalmente diferente».
Entonces Gren Bretaña era un recién llegado a la Comunidad Económica Europea. El contexto era muy distinto al actual, pero sorprenden los paralelismos y el intercambio de papeles que ambos partidos han experimentado cuatro décadas después.
Tres años antes del referéndum, el primer ministro conservador Edward Heath había firmado el tratado de adhesión a la que sería la precursora de la actual Unión Europea. En aquel entonces, la percepción del sector laborista sobre las políticas europeas tenían que ver con aspiraciones capitalistas contrarias a los intereses de la clase trabajadora. Es por eso que los laboristas se encontraban divididos; un sector más centrista apostaba por el mercado europeo y otro, encabezado por el histórico Tony Benn, se mostraba contraria a la adhesión. Se podría decir que ese fue el principio del «Lexit», la corriente euroescéptica de la izquierda británica. Eran muchas las voces que pedían una consulta ciudadana sobre la permanencia en este nuevo proyecto europeo. Y fue precisamente el entonces líder del Partido Laborista, Harold Wilson, quien llevó a su programa la propuesta de un referéndum sobre la permanencia en la CEE en caso de ganar las elecciones en 1974 y tras una renegociación de los términos de relación con Europa. El mismo movimiento que ha realizado David Cameron, solo que entonces fue una auténtica innovación política.
Al año siguiente, Wilson conseguía hacerse con el poder y, cumpliendo con lo prometido en el programa electoral, comenzó a preparar los engranajes de la consulta vinculante. Al igual que ha sucedido con el Gobierno conservador, su Gabinete acabó acordando recomendar el voto favorable a la CEE. Pero no todo el laborismo estaba de acuerdo. Varios miembros del Partido Laborista encabezados por Tony Benn hacían campaña por la ruptura con la Comunidad Económica Europea, que entonces contaba con solo nueve estados miembros. El 5 de junio de 1975, los británicos fueron llamados a las urnas. El contexto político se podría resumir en un Gobierno laborista en el poder con un partido dividido, cuya ala más izquierdista insistía en que aquel mercado europeo no beneficiaría más que a las grandes empresas. En la oposición, el Partido Conservador liderado por Margaret Tatcher, que apostaba por la CEE. Las urnas tomaron la palabra y Reino Unido dijo sí a la Europa de entonces con el 67% de los votos.
Soberanía de Estado
«La principal diferencia es que en 1975 votamos sobre la permanencia en el mercado común europeo. En esta ocasión, nos pronunciaremos sobre la política y la idea de la soberanía de Estado», explica a GARA Inderjeet Parmar, investigador honorario sobre política de la Universidad de Manchester, jefe del Departamento de Política Internacional de la City University de Londres y presidente de la Asociación Internacional de Estudios Internacionales Británicos.
En el referéndum de 1975, el ala más izquierdista del Partido Laborista se oponía a integrarse en el mercado común porque «consideraba que era beneficioso sólo para las multinacionales», asegura. Sin embargo, aunque a primera vista las comparaciones con aquel referéndum son inevitables, el profesor Parmar recomienda no fiarse de las apariencias porque en cuarenta años «las cosas han cambiado en el país y en Europa». Sin ir más lejos, «la revolución tatcherista cambió Gran Bretaña en la década de los noventa e incluso más tarde».
Ante aquel contexto, la izquierda comenzó a creer que la única manera de adoptar una legislación progresista podría estar en Bruselas. De ahí que «los laboristas perciben la Unión Europea como un baluarte contra un modelo de mercado de derechas, como un modelo social y cosmopolita que protege a los trabajadores en ámbitos como, por ejemplo, la limitación de las horas de empleo», señala Parmar, quien sentencia convencido que «para Cameron es muy importante que el Partido Laborista esté detrás de la campaña por la permanencia en Europa», debido a la efectividad de sus mensajes y su conexión con sus aproximadamente nueve millones de votantes.
Sin embargo, al igual que en 1975, el mensaje de la izquierda no es homogéneo. Las corrientes menos centristas, como el Respect Party, del histórico George Galloway, continúan defendiendo la idea del fallecido Tony Benn. Recientemente se ha conocido que el Respect Party apostará por el «Brexit» (o «Lexit»).
Galloway, quien fuera expulsado del Partido Laborista en 2003 tras oponerse firmemente a la guerra de Irak, manifestaba recientemente que es necesario «atender la demanda de independencia, soberanía y democracia en el país» y que la manera de conseguir estos objetivos es abandonando la Unión Europea. Esta corriente no es nueva, se viene fraguando precisamente desde aquel referéndum celebrado hace 41 años y las exigencias europeas lideradas por potencias como Alemania contra países como Grecia han ayudado a que este sector argumente en contra de seguir en el club de los Veintiocho. Aunque son conscientes de que hay que ser cautos, ya que el euroescepticismo es un campo monopolizado hasta ahora por la extrema derecha y los euroescépticos tories.
El influyente escritor británico Owen Jones publicaba en el diario ‘‘The Guardian’’ que él y otros muchos miembros con ideas de izquierdas temen que el voto por el «no» pueda injustamente alinearles «con los xenófobos y antiinmigrantes» del UKIP. La hostilidad hacia Europa es vista como «un ámbito sólo de la extrema derecha», y las razones que se esgrimen desde esas corrientes son absolutamente contrarias al pensamiento izquierdista. Por ello, asegura Jones, si gran parte de la izquierda se pronuncia a favor del «Lexit», es «necesario que se diferencie y lleve a cabo una campaña separada, que intente llevar el peso del euroescepticismo». Y en eso se trabaja.
Aunque mayoritario, el Partido Laborista no representa a toda la corriente izquierdista británica, y formaciones jóvenes como el mencionado Respect Party –con doce años de historia– tienen un importante papel a desarrollar y un reto de aquí a junio para que los medios de comunicación británicos adopten e incluyan en sus textos el término «Lexit», acompañando al archiconocido «Brexit» de la derecha.
Varoufakis ficha como asesor de corbyn
El exministro de Finanzas de Grecia Yanis Varoufakis asesorará al Partido Laborista británico, según reveló su líder, Jeremy Corbyn, quien desde que asumió las riendas de la formación en 2015 está intentando llevarla más a la izquierda. El economista griego fue el responsable de liderar las negociaciones de Grecia con sus acreedores durante los primeros días del Gobierno de Syriza y, según declaró Corbyn al diario local «Islington Tribune», aportará asesoramiento relacionado con su experiencia de gestión con el bloque comunitario.
«Varoufakis es interesante porque, obviamente, ha pasado por todas las negociaciones –con el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI)–», según apuntó el líder laborista.
Corbyn, que votó en contra de la pertenencia a la Unión Europea en 1975, ha anunciado que hará campaña para que el país se mantenga en el bloque comunitario en el referéndum que tendrá lugar el 23 de junio, con el argumento de que la continuidad es la vía para mejorar la legislación social y en materia de empleo.GARA

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