La revolución Simone Biles arranca con máximo vigor
Estados Unidos reeditó su oro por equipos con autoridad, imponiéndose en los cuatro aparatos de la final.

La gimnasia femenina está en plena asonada. Si la Unión Soviética dominó la disciplina desde Helsinki 52 hasta Atlanta 96 –con la excepción del boicot a Los Ángeles 84– Estados Unidos abrió en London otro periodo en el que amenaza con una hegemonía similar. Pero la innovación va más allá de los nombres, la revuelta alcanza otros factores y, sin ser soviética, si Nadia Comaneci puede ser el referente de esa gimnasia refinada y cercana al Ballet del este de Europa, la estadounidense Simone Billes –19 años y 1,45 de altura– representa el prototipo de la gimnasta del siglo XXI, donde se impone la potencia de sus atléticos cuerpos.
A pesar de esta aparente lejanía, los dos prototipos de gimnasta tienen su nexo en común, Bela Karolyi, el entrenador de la rumana que, tras desertar de Rumanía, se instaló en Houston, donde se hizo cargo de un gimnasio en 1981. 25 años más tarde, su mujer Martha ha dirigido el oro del equipo estadounidense que ganó la medalla de oro de la gimnasia femenina con un equipo de cinco mujeres excepcionales en el que despunta el portento de fuerza, técnica y seguridad que es Simone Biles.
La ganadora de diez títulos mundiales, cifra jamás lograda por otra gimnasta, añadió a su palmarés la primera medalla olímpica de las cinco a las que aspira en los Juegos de Río. En los próximos días disputará las finales del concurso completo, suelo, salto y barra, con máximas opciones de llevarse el oro en todas ellas.
Las estadounidenses, que ganaron el título en Londres 2012 después de una sequía que había comenzado en Atlanta'96, prolongan un ciclo más su hegemonía. Sumaron 184,897 puntos y las acompañaron en el podio Rusia (176,688), que también repite la plata de Londres, y China (176,003), que regresa al cajón después de la cuarta plaza de hace cuatro años.
Fija en todos los aparatos
Tres gimnastas por país pueden salir por aparato, a elegir entre las cinco de cada equipo. Biles salió en todos y no falló en ninguno: 15,933 en salto, 14,800 en asimétricas, 15,300 en barra y 15,800 en suelo.
Si a la regularidad de Biles se le añaden pinceladas de genialidad como el ejercicio de asimétricas de la campeona del mundo de la especialidad, Madison Kocian (15,933), o el de suelo de su campeona olímpica Aly Raisman, no hay competición por equipos que se le resista a día de hoy a Estados Unidos.
Gaby Douglas, oro absoluto en 2012, y la prometedora debutante Lauren Hernandez completan el grupo campeón. Su selección consiguió la nota más alta en los cuatro aparatos, mientras rusas y chinas se desgastaban en perseguirlas.
Rusia fue segunda en asimétricas y salto –solo por detrás de las norteamericanas–, aparato en el que remontaron dos posiciones y aseguraron la plata. Pero fallaron de forma inesperada en suelo y barra.
Aliya Mustafina, ganadora de cuatro medallas en Londres 2012, aportó al equipo su contención y regularidad, ayudada al final por los 15,700 de Maria Paseka en salto. Unas décimas fundamentales para repetir el subcampeonato.
Rusia sigue sin conocer el oro olímpico, pero ha estado en el podio en todas las ediciones de los Juegos desde 1996, excepto en Pekín 2008 (4º).
China bajó de la plata al bronce en la última rotación. Tenía poco margen de fallo después de pobres actuaciones en salto y asimétricas y de haber brillado solo en la barra. Su intento de mantenerse en la segunda plaza quedó frustrado por la salida del tapiz de Mao Yi y una nota de 12,633. Hoy se disputarán las finales individuales.

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