Sagrado y obsceno (El musical)

He leído a algunos colegas de profesión, incluso más jóvenes que yo, confesar que no entienden el fenómeno de “La llamada”, y lo atribuyen a un posible desfase generacional. Y digo yo: ¿no será que en el fondo no les gusta el musical? Porque si amas el género de verdad tienes que adorar esta obra que viene de los escenarios, y que deja muy atrás en todos los sentidos a éxitos aislados dentro del mercado interior como “El otro lado de la cama” (2002). Lo que aporta frente al resto, y ahí sí entra el factor adolescente, es frescura y ganas de innovar. Se trata de una creación mucho más personal de lo que se ha dicho, ya que se le han buscado comparaciones demasiado obvias con cualquier película en la que aparecieran monjitas cantando y bailando. Pero si vamos al meollo de su temática, que habla sobre las dudas existenciales que acompañan a cualquier cambio vital dentro del proceso de maduración de la persona, con el título con el que más conecta es con “Criaturas celestiales” (1994), del neozelandés Peter Jackson.
Las amigas entre mundanas y divinas de “La llamada” son interpretadas de forma excelsa por Macarena García y Anna Castillo, que encabezan el casting más ajustado que se ha visto en mucho tiempo, con aciertos descomunales como el de Richard Collins-Moore en el rol del crooner supremo que entona canciones de Whitney Houston para estas pobres ovejas descarriadas corrompidas por los lujuriosos ritmos del electro latino. Y qué decir de la arrolladora actuación con el hábito puesto de Gracia Olayo, excomponente del dúo humorístico Las Veneno; o de la presencia a cara lavada de la youtuber e influencer de Barakaldo, conocida por su canal “Soy una pringada”, Esty Quesada.
Por último, me gustaría destacar la minimalista pero resultona puesta en escena, con unas coreografías muy divertidas de fiesta de fin de curso.

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