Gloria LATASA
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El día de la bestia

La bestia del Este –decía un titular el pasado 28 de febrero– se cobra la vida de 20 personas en Europa». «El temporal –continuaba el artículo– no solo está afectando a España. La mayor parte de Europa está sufriendo las consecuencias de este frío siberiano. La borrasca “Emma”, así se llama, y se ha cobrado en el continente la vida de 20 personas. En Reino Unido hay carreteras y colegios cerrados, y cientos de pasajeros se han quedado atrapados en aeropuertos y estaciones de tren. Se espera que este temporal siga empeorando hasta el próximo viernes».

Quien escribía sobre el evento desconocía de qué se trataba. De entrada, una masa de aire de este tipo no es nueva en el viejo continente. Un aire de similares características congeló literalmente Europa durante el mes de febrero de 1956. Los meteorólogos la denominan «masa de aire polar continental» y es la causante de muchas olas de frío invernales. También se le conoce como el «expreso siberiano» o, simplemente, «siberiana». Y fue la causante de las muertes.

Sin embargo, Emma no tuvo nada que ver. Emma era una borrasca (potente, por eso «bautizada») llegada desde el suroeste peninsular que aportó aire cálido y húmedo. Una «masa de aire subtropical marítima» que vino para pelearse con el aire frío llegado del norte. Un auténtico «choque de trenes» entre el expreso siberiano y un tren de borrascas –sucesiva entrada de borrascas que reforzó a Emma– que finalizó con el triunfo del aire subtropical.

Que dos masas de aire luchen sobre la península tampoco es novedad. De hecho, los «frentes» que vemos habitualmente en los mapas son zonas de contacto entre dos aires diferentes que se pelean. ¿Cuál ha sido la diferencia en esta ocasión? Que la lucha ha sido más potente porque los dos eran muy diferentes; que, mientras el cálido empujaba al frío hacia el norte iba aportando la humedad necesaria para que se produjeran nevadas extraordinarias y en zonas poco habituales; y que, en algunos lugares, con la subida de las temperaturas la nieve desapareciera tan rápido como llegó, como por arte de magia.