AFP
ARRANCA EL «GRAN DEBATE» EN EL ESTADO FRANCÉS

Alcaldes reivindicativos ante Macron

Emmanuel Macron abrió oficialmente el «gran debate nacional», instando a llevar a cabo un diálogo sin «tabús», ante un nutrido grupo de preocupados alcaldes de Normandía que dieron testimonio de las «fracturas» de la sociedad francesa.

«Podemos hacer una oportunidad de este momento que atraviesa Francia». Este fue el deseo que defendió el presidente francés dirigiéndose a los 600 alcaldes y alcaldesas normandos que se dieron cita ayer en el gimnasio de Grand Bourgtheroulde, una localidad de unos 3.500 habitantes ubicada en el departamento de Eure.

Esta primera “salida a provincias” del jefe del Estado en un mes se desarrolló entre fuertes medidas de seguridad. Coreando «Macron dimisión», un centenar de “chalecos amarillos” logró llegar hasta esta pequeña villa normanda tras haber sorteado las barreras policiales. Los gendarmes hicieron uso de gases lacrimógenos en dos ocasiones y detuvieron a dos hombres, según relató la agencia France-Presse (AFP).

«Simbólicamente, es importante estar aquí, es el primer día del debate. Hay que mostrar a Emmanuel Macron que, aunque él nos quiera excluir, estaremos aquí como una lapa agarrada a su roca», declaró uno de estos activistas, Thierry-Paul Valette.

El jefe del Estado nombró a los “chalecos amarillos” por primera vez en público desde el inicio de su movilización hace ya dos meses, y lo hizo para señalar que esta crisis es «una oportunidad» para «reaccionar más fuerte» y profundizar en las reformas.

«Es necesario pedir a la gente su opinión constantemente. No creo que sea una pérdida de tiempo, ni que sea la hora de frenar las reformas, porque la gente quiere cambios», comentó durante una visita sorpresa realizada unas horas antes a Gasny, otra localidad de Eure.

«Regalo a los ricos»

En Grand Bourgtheroulde, Macron escuchó a los alcaldes de la zona, que fueron pasándose el micrófono para enumerar la larga lista de “quejas” de sus administrados. «Señor presidente, gracias por vuestra iniciativa. Os voy a hablar desde el fondo de mi corazón. Francia está enferma. Hay un gran sufrimiento», indicó uno de ellos. Y otros citaron el poder adquisitivo, la justicia fiscal, el nivel de las pensiones o el debilitamiento de los servicios públicos en las áreas rurales.

«Hay territorios donde los pacientes mueren por falta de atención (sanitaria)», lamentó Anne-Marie Vousine, alcaldesa de Torigni-sur-Vire (departamento de Manche).

«Todas estas fracturas, las tenemos ante nosotros, y de golpe, las cosas se desmoronan», había explicado en el preámbulo Macron, citando a Jacques Chirac y su fractura social. «Pienso que no hay que tener miedo en absoluto. Hay que rechazar la violencia (...) Hay que rechazar la demagogia porque la adicción a la ira nunca ha dado lugar a una solución, pero debemos construir vías y medios para hallar soluciones para el país», añadió el presidente.

Los electos sugirieron varias reformas: bajar el IVA sobre los productos de primera necesidad, dar más competencias a los alcaldes... «Confiad en los alcaldes», reclamaron muchos de ellos. «¿Qué garantías nos dáis de que los elementos que transmitiremos serán tenidos en cuenta?», preguntó directamente Sophie de Gibon, alcaldesa de Canteloup (Calvados).

El presidente tendrá mucho que hacer para convencer a la gran cantidad de personas que están persuadidas de la inutilidad de este debate, ya se declaren pro-Macron o se posicionen «de todo corazón» con los “chalecos amarillos”.

Según un sondeo de Elabe difundido por la cadena BFMTV ayer, un 40% tiene intención de participar en el gran debate, pero solo el 34% piensa que permitirá dar una salida a la crisis.

El reto es, por tanto, crucial para Macron, que espera relanzar su mandato y retomar la iniciativa después de dos meses de crisis y de hundirse en las encuestas de opinión.

Francis Courel, alcalde de Saint-Philbert-sur-Risle (Eure), acusó al presidente de haber «hecho un regalo de mil millones de euros a los 100 franceses más ricos» al suprimir el ISF (el Impuesto sobre la Fortuna). Al igual que varios de sus colegas, aplaudió a los “chalecos amarillos” como el ejemplo de un «despertar democrático en marcha que desafía a un sistema probablemente sin aliento».