Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Infierno bajo el agua»

Cocodrilos que se cuelan en las casas sin llamar

He aquí una monster movie que está haciendo las delicias de la audiencia que en la cartelera veraniega busca tensión terrorífica, mezclada con elementos acuáticos que conectan inconscientemente con la sed de deportes de riesgo y aventura propia de la temporada estival. Pero ojo, porque “Crawl” (2019) no transcurre en los típicos escenarios del survival, como puedan ser cuevas submarinas o barrancos imposibles, sino que traslada el peligro a tu propia casa, siempre y cuando vivas en Florida y te enfrentes a un huracán de categoría 5. La amenaza surge a consecuencia de que la protagonista desoye las órdenes de evacuación en la zona siniestrada, debido a que ha de regresar al hogar familiar para rescatar a su padre, que ha quedado atrapado. Una vez allí comprobará que el lugar se encuentra inundado, y que el desbordamiento de los ríos ha traido consigo una invasión de la fauna fluvial, cocodrilos hambrientos incluidos.

Nadie sabe más del género que Sam Raimi, quien en calidad de productor le saca el máximo partido a los 13 millones y medio de dólares invertidos, dentro de un muy calculado equilibrio entre el puro suspense ambiental y los golpes de efecto puntuales, sin que la estética gore marca de la casa llegue nunca a desbordarse. De no caer en el exceso sangriento se cuida Alexandre Aja, que ya se hartó de salpicar el objetivo de la cámara con liquido rojo en “Piraña 3D” (2010). Su trabajo de planificación con la cámara es eficacísimo, tanto que la realización siempre va por delante de un guion previsible.

El manejo del espacio único es recurrente en cada una de las set pieces que se suceden, y que están presentadas a modo de pequeños pasos que hay que ir encadenando hasta lograr el objetivo final. Dramáticamente, el sustento de la película lo aporta la mala relación paternofilial puesta a dura prueba en una situación extrema.