CUANDO EL ROCK Y EL DOCUMENTALISMODIBUJAN ESCENARIOS CONFLICTIVOS
Primero fue un libro de poemas y un disco. Después, la influyente cantante PJ Harvey y el galardonado fotoperiodista Seamus Murphy mostraron en el rockumental «A Dog Called Money» sus viajes por Asia, Balcanes o EEUU. Mañana inauguran Dock of he Bay.

Aunque creadora avispada, a la británica Polly Jean Harvey (Somerset, 1969) no se le conoció masivamente como artista hasta casi su treintena de edad cuando, en 1988, se unió al grupo Automatic Dlamini como cantante y al saxo y guitarra. Esas habilidades musicales la irían convirtiendo en icono de la independencia femenina rockera.
PJ Harvey formó después grupo propio y sus discos iniciales “Dry” y “Ride of Me” dejaron huella entre el público musiquero más abierto. Con la sombra de Patti Smith (desgarro vocal, guitarreos inquietantes, desnudez de los mensajes…) sobrevolando su estilo, la menuda artista fue llegando al gran público con los álbumes “To Bring You My Love”, “Is This Desire?”, “Stories from the City, Stories from the Sea”…
Y fue a la vez embarcándose en colaboraciones diversas: Björk, Nick Cave, Tricky, Pascal Comelade, Thom Yorke de Radiohead... En el año 2011 se destapó la Polly más politizada con “Let England Shake” (“Deja que tiemble Inglaterra”), un repaso al pasado colonial de su país que le reportó su segundo Mercury Music Prize.
Multimediática
Para el doble proyecto “The Hollow of the Hand” (libro de poesía, 2015) y “The Hope Six Demolition Project” (undécimo disco, 2016) se unió al fotógrafo y cineasta viajero Seamus Murphy, con quien había elaborado los cortometrajes que apoyaron “Let England Shake”. PJ conoció al realizador por su libro “A Darkness Visible: Afghanistan”, elaborado tras sus visitas desde 1994 a la conflictiva república islámica.
Ganador en siete ocasiones del World Press Photo, el dublinés había viajado también con su cámara a Irán, Palestina, Líbano, Perú, Sierra Leona, la India maoísta guerrillera, Kenia… para “The New York Times”, “National Geographic”, “Paris Match”, “Le Figaro”, “Stern”, “Geo”, “The Guardian” o Channel 4 Television. Regresó a su país para un trabajo sobre la historia de Irlanda (“The Republic”, 2016), donde elaboró también un reportaje sobre veteranos del IRA, y su último proyecto es un filme irónico contra el Brexit. Su documental con Polly recibió en 2016 el premio del año de la revista británica “Q Magazine”.
Cantante y fotógrafo asistieron primero al festival de documentales en Prizren, Kosovo, donde filmaron por el país. De su visita saldría el itinerante vídeoclip “The Wheel”, primera canción del nuevo disco. En 2012 entraron en Afganistán con contactos de las visitas anteriores de Seamus. De su recorrido por el convulso país saldrían las canciones y clips “The Ministry of Social Affairs” o “Dollar Dollar”.
En 2014 patearon los guetos de Washington D.C. y nació “The Community of Hope”, ironía sobre el organismo del mismo título que ayuda a la gente en riesgo social. Le seguirían “Medicinals”, “River Anacostia”, “Near the Memorials to Vietnam and Lincoln”, “The Orange Money”, “The Ministry of Defence”, “A Line in the Sand” o “Chain of Keys”.
La cadena del dólar
Las grabaciones se realizaron en 2015-2016 en sesiones abiertas al público en forma de instalación de arte en Somerset House, a orillas del Támesis. La asistencia, privada de dispositivos móviles, seguía las sesiones de pie tras un cristal de visión unilateral, sin ser percibida por los músicos y técnicos del interior del estudio.
Polly cantaba a la vez que tocaba un amplio set de instrumentos, junto a sus colegas John Parish, Mick Harvey, Terry Edwards, James Johnston… y Murphy filmaba la grabación y al público asistente. El resultado es un híbrido entre documental musical o rockumental, reportaje periodístico y making off discográfico. Refleja con habilidad fílmica zonas deprimidas a causa de la guerra, la violencia, la pobreza o la desigualdad social. PJ viaja con un cuaderno donde apunta sus vivencias que narra en voz en off.
En Kosovo (12.000 muertos, 6.000 desaparecidos) la casi anciana Zagorka cuida en solitario de un pueblo saqueado. Se presenta a una Washington DC dividida entre pobres y ricos: “Felizonia” (la Casa Blanca, el monolito, los turistas y las banderas) frente al degradado barrio de Anacostia; niños raperos soñando con dólares, chicas, música y coches. Calles que acumulan muertos de cualquier edad a balazos por las que pasea la jefa del barrio y su perro Money, que da título al trabajo. De la cinta en Yanquilandia sobresalen anécdotas como la de un ciudadano negro entusiasta de Trump que pide casi histérico “¡Construye el muro!”.
En Kabul filmaron la popular Stonecutter Street con sus talleres de músicos y los contrastes de cabras y marines, la pobreza extrema contra el lujo (Gulbahar Center) y la alta tecnología (bases aéreas USA), el museo de las bombas… Con un siempre vigilante dirigible aéreo conectado a tiempo real con Washington. En la siria Idlib se documenta una manifestación casi infantil anti Bashar (“espinas sobre sus tumbas”). Sobrecoge la marea humana de refugiados en Idomeni, frontera entre Grecia y Macedonia. Y hay siempre “un revoloteo de billetes mecidos por el viento” y la constante “cadena del dólar”...
Buscarse la vida
A Polly no le gusta nada dar entrevistas y es Seamus quien explica que separaron el disco del documental con casi tres años de diferencia en su publicación porque «aunque ambos trabajos están muy conectados, el documental es un espécimen diferente. No teníamos prisa. Polly es muy buena en llegar a un sitio y reunir en media hora el material suficiente para llevárselo y elaborar canciones durante quizás un año. Pero yo tengo que tomar el material en la fuente, así que regresé a Afganistán, a Kosovo, a Washington. Y fui a Siria. Y de nuevo a América a cubrir los mítines de Trump. Fue una experiencia global poderosa, incluso peligrosa, que afecta a muchos rincones del mundo».
Comenzaron en Kosovo. Seamus recuerda que cubrió la guerra de los noventa y le enseñó aquellas fotos a Polly. «Es un país muy interesante, un lugar a tan solo un par de horas de vuelo desde Londres donde Oriente se encuentra con Occidente y donde se vivió una guerra recientemente. Ahora es un sitio apacible, pero con asuntos sin resolver. El festival Dokufest nos invitó y aprovechamos para ir a varios sitios que conocí en mi viaje anterior. No fueron más que tres o cuatro días, pero Polly hizo acopio de mucho material. Ha viajado mucho y siempre le han organizado el calendario. Pero cuando viajas para hacer un reportaje fotográfico tienes que buscarte la vida. Se sintió muy liberada y dijo que era el mejor viaje de su vida».
Y después Afganistán. ¿Por qué un interés tan continuado por aquella tierra? «Su historia reciente es increíble: se marcharon los rusos, vivieron una gran guerra civil, luego llegaron los talibanes y estuvieron en el poder durante cinco años. Se produjo el atentado de las Torres Gemelas y la invasión de EEUU. Estalló la Guerra de Irak, el mundo se olvidó de Kabul. Los talibanes regresaron, a Al Qaeda le tomó el relevo Isis, llegó la democracia formal…». ¿Y el salto a Washington? «Queríamos ir a algún sitio en Occidente, cercano a nuestra cultura, fuera de Inglaterra, porque ya lo abordamos en ‘Let England Shake’. Fue la mejor opción porque es el epicentro del poder occidental, pero a cinco metros de la Casa Blanca tienes una de las barriadas más pobres de EEUU. La mayor parte de la población es negra, pero cuando vas a la zona del Capitolio son blancos con acreditaciones del Departamento de Estado. Son vidas paralelas».
Gran Hermano
¿Y por qué lo de grabar el disco a modo de instalación artística? «Se le ocurrió a Polly. Parece ‘Gran Hermano’, ¿no? Era un sitio nada apropiado como estudio, pero creo que lo hizo por eso. Siempre se prueba a sí misma, le gusta arriesgarse. ¡Viajó a Afganistán! Es única. Yo no pensaba documentar la grabación del álbum, creía que no encajaba en la película, pero empecé a escuchar información sobre los preparativos y se convirtió en algo demasiado bueno para no registrarlo».
¿Y qué hay del Brexit, que es su actual proyecto? «Siento miedo por lo que pueda pasar. Creo que habrá follón. Pensaba que si no había Brexit por un segundo referéndum y no dejábamos Europa, la gente que votó a favor y los políticos que los presionaron protestarían. Aunque no veía a la élite liberal tirándose a las calles, pero sí encendiendo las redes sociales. Pero si finalmente hay Brexit, sufriremos carestía de alimentos, de medicamentos… La logística no se ha pensado con detenimiento, así que va a haber situaciones de estrés y van a surgir problemas».
“Un perro llamado Dinero” es un plural melting pot de imágenes impactantes y canciones desgarradas. La labor de un dúo creativo inquieto, original e independiente. Los parabienes críticos han sido generalizados, pero las reacciones menos condescendientes hablan de que Polly y Seamus muestran mucho, pero profundizan poco en esos conflictos y focalizan más la atención en la propia cantante. ¿Turismo cultural progre en territorios conflictivos?
La propia rockera parece autoseñalarse cuando hace mención a sus caras sandalias de cuero hollando ruinas de miseria y catástrofes humanitarias. El filme se presentó internacionalmente en la pasada Berlinale y tras su pase por el certamen barcelonés de documentales musicales In-Edit se estrena en Euskal Herria mañana inaugurando la nueva edición del festival Dock of he Bay.

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