Itziar Ziga
Escritora y feminista
JOPUNTUA

El ángel «destroy» del hogar

Al principio del confinamiento planetario, desde el ministerio malasio para la mujer y el desarrollo familiar, así, del tirón, todo en uno, se ofrecía consejos para que sus ciudadanas mantuvieran la paz en sus hogares, o, lo que es lo mismo, para tratar de evitar que estalle la violencia de los hombres contra ellas y sus criaturas, ahora que todavía les será más difícil escapar. Las recomendaciones por supuesto iban en la línea patriarcal de siempre: no provoques al macho, nena, es por tu bien. Malasias, tenéis que reír tímidamente, no a carcajadas, y hablar todo el día en tono dulce. Cuando él os ayude en alguna tarea de esas que son cosa vuestra, de puro aburrimiento, no os pongáis cansas explicándole que ese zurullo no es una sábana convenientemente doblada para apilar en el armario. «Cuenta de 1 a 20 antes de discutir», esta sugerencia es literal, para ellas: no hay consejos para los hombres malasios. Y haced el favor de arreglaros en casa, coño, para que no decaiga el ánimo familiar, o para que no te caigan unas hostias. Cómo si la violencia de los machos fuera prevenible o evitable, como si no fuera jodidamente sistémica. «Sí me visto bien y me maquillo, ¿alejaré al covid-19?», se preguntaba una internauta. Nuestras hermanas malasias, que como todas las mujeres planetarias andan hasta el cérvix del patriarcado, se han puesto hechas unas basiliscas desde sus confinamientos y el gobierno retiró sus recomendaciones a lo Pilar Primo de Rivera al día siguiente de emitirlas.

En cuanto fue decretado el confinamiento, temí por todas las mujeres que iban a quedar todavía más encerradas con sus agresores. Nunca se te olvida, esa zozobra cotidiana de vivir bajo el mismo techo con alguien que te quiere destruir. Y nunca te olvidas de tus hermanas, mi amiga y formadora en autodefensa feminista Maitena Monroy publicaba enseguida en GARA consejos para mujeres en apuros machistas. Desde hace muchos años habito dichosa y segura mis dominios. Que esta clausura sirva para que todas, todos, todes, decidamos cómo y con quién queremos convivir.