Ane RUIZ DE OTXOA
LIBROS PARA LA CUARENTENA

La reflexión del caminante

En su casa griega, sobre una de las estanterías atestadas de libros, estaba colocada una tarjeta con la sentencia “Solvitur ambulando”. Leigh Fermor hizo del caminar una forma de estar en el mundo que después reflejó en sus libros.

Su famosa trilogía –“El tiempo de los regalos”, “Entre los bosques y el agua” y “El último tramo” (publicado póstumamente por sus amigos)– tuvo su origen en la épica caminata que, en 1933, le llevó desde Londres hasta Estambul.

Fue en esos años de juventud cuando descubrió Grecia y la pasión que sintió por sus gentes y su lengua se convirtió en su destino. En la escarpada orilla de Kardamili, una aldea del Peloponeso, construyó su hogar a los pies de una ladera perfumada por olivos y limoneros. A sus pies el viejo mar punteado de cipreses e higueras en las orillas. Allí escribió “Mani” y “Rumeli”, dos obras de una acabada perfección con Grecia como argumento.

El conversador y bebedor impenitente también tuvo sus zonas de sombra. Buscando refugio frente a los fantasmas del alma buscó amparo puntual en una abadía benedictina. De allí surgió una de sus obras más personales e inclasificables: “Un tiempo para callar”.

En sus propias palabras: «Si mis primeros días en la abadía habían supuesto un periodo de depresión, el proceso inverso, cuando lo abandoné, fue diez veces peor. Al principio fue como un cementerio. El mundo exterior de después me pareció, por contraste, un infierno de ruido y vulgaridad enteramente poblado de gamberros, fulanas y sinvergüenzas».