Itziar Ziga
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Levantiscas

Serán los estampados tropicales en los vestidos de verano, serán los ojos de la gente que sonríen con cierto alivio encima de las mascarillas, será tu carne venidera, pero solo me apetece escribir sobre sexo y revolución. Como siempre, vamos. «La sexualidad femenina está a punto de ser descubierta y liberada. Mis investigaciones me han revelado que sigue habiendo un montón de hombres que no tienen ni puñetera idea de qué hacer con un clítoris. Pues mirad, amigos, una cosa os digo: si quieres follar conmigo y no conoces el poder del clítoris, más vale que te des media vuelta. Si veo que alguien es demasiado falocentrista en la cama, me levanto, me visto y me voy. A veces le suelto un discurso sobre la impostura del faloteologocentrismo mientras me pongo la ropa». Imagino a la perturbadoramente bella Nadezhda Tolokónnikova, bramando en ruso mientras se viste, antes de dar un portazo a esa brecha orgásmica tan injusta para las mujeres, y me electrifico. Sueño con que me explique el faloteologocentrismo, con la camiseta azul del “No Pasarán” que llevó al juicio de las Pussy Riot. Y sin ella. Vuelvo a verla follando, embarazadísima, en una orgía protesta en 2008 en el Museo de Biología de Moscú.

Evoco a mi amada Carmela Roch, hoy mediadora contra el acoso en un instituto de la periferia, una tarde de fiesta en un hamman del Raval, desnudas en el agua, proclamando ella, tan gamberra y tan libre: voy a buscar almejas de la mar y de la mer. Conozco los orgasmos vaginales porque he provocado cientos de ellos en mis amigas. La gran Annie Sprinkle asegura que las mujeres pueden experimentar siete tipos de orgasmos diferentes, uno de ellos incluye tres variables del orgasmo vaginal. Tanta plenitud sofocada por el Imperio, tanta lujuriosa insurgencia.

María Jesús Izquierdo, la autora de “Las, los, les, lis, lus”, el libro-sortilegio de 1983 que ahuyentó para siempre mi miedo aprendido a la inevitabilidad del patriarcado, la clava. «La vagina es un agujero muy divertido, pero no creo que las mujeres tengamos que depositar nuestra dignidad dentro de ella».