Muchos guionistas terminan dirigiendo porque en el cine de ficción el guion es la parte esencial de una película. El palestino Sameh Zoabi ha tenido que esperar a su tercer largometraje “Tel Aviv On Fire” (2018), premiado en festivales de todo el mundo, para ser reconocido tanto en la escritura como en la realización. Pero las credenciales de guionista ya las había adquirido al colaborar con el prestigioso cineasta de su país Hany Abu Assad en “The Idol” (2015). Y es curioso que para triunfar por su cuenta y riesgo se haya ido a fijar en el trabajo de Ricardo Hernández Anzola, un colega especializado en libretos para series televisivas en Venezuela y México, firmante del libreto de la película mexicana de Sergio Umansky “Mejor es que Gabriela no se muera” (2008), de la que ha hecho este remake diez años después.

En el original mexicano el dueto protagonista lo integraban el consabido guionista y un policía, por lo que la trama se integraba en una comedia negra. Al escritor de telenovelas no le quedaba más remedio que revelar el contenido de los próximos capítulos de la serie favorita de su captor, para así librarse de ir a la cárcel. Todo cambia cuando Zoabi traslada dicha premisa argumental a la realidad histórica del conflicto árabe-israelí, en los días previos al estallido de la Guerra de los Seis Días con la consiguiente tensión ambiental. Sin embargo, el humor de partida le sirve para sobrellevar una problemática que desde 1967 sigue enquistada.

Salam (Kais Nashif) es un palestino de Jerusalén que todos los días tiene que ir a Ramallah al set de rodaje de la telesiere del título original, porque su tío que es productor quiere que trabaje. Para llegar tiene que pasar un puesto de control militar, lo que le obliga a conversar con el oficial al cargo (Yaniv Biton). Como la mujer de este es fan de la emisión le propone cambios de guión, que Salam aprovecha para ascender profesionalmente.