La alusión a “Madres paralelas” (2021) no solo viene a cuento de que la película de Almodóvar ha supuesto la recuperación de la actriz Aitana Sánchez-Gijón, sino también por la actual preponderancia del tema de la maternidad y las coincidencias que provoca en el mundo del cine. A estas alturas, y en plena saturación del mercado audiovisual, no va a sorprender que dos películas se parezcan argumentalmente, pero llama más la atención cuando sus estrenos van muy seguidos. Y es que “La hija” (2021) y “La jefa” (2022) son como dos gotas de agua, y sus diferencias tienen que ver con las diferentes personalidades y circunstancias de sus realizadores. Porque la película del ya experimentado Manuel Martín Cuenca tenía más pretensiones autorales, mientras que la del debutante Fran Torres quiere ser ante todo una película de género, un thriller de suspense psicológico que utiliza el trasfondo del debate social como mero pretexto para tensionar la intriga y el cara a cara entre sus dos protagonistas. Las dos opciones son igual de válidas, si bien la segunda resulta más terrenal y programable en todo tipo de pantallas.

Y el duelo actoral es de altura, con la joven argentina Cumelén Sanz dando una buena réplica a Aitana Sánchez-Gijón, toda una veterana que se luce a placer en el rol anunciado en el título. Es como el que hizo Meryl Streep en “El diablo viste de Prada” (2021), en cuanto representación de la magnate del mundo de la moda a lo Anna Wintour. La relación con su asistenta podría ser equiparable, salvo porque la chica aquí es inmigrante y está más expuesta a la explotación laboral en nombre de la confianza y el trato familiar.

La empresaria triunfadora, quien en principio tiene la sartén bien cogida por el mango, impone un lenguaje clasista y nunca admite los términos “gestación subrogada” o “vientre de alquiler”, prefiriendo hablar de un acuerdo privado y alegal con la accidental madre primeriza.