Raimundo FITERO
DE REOJO

Replican las campanas

Ya hay una denuncia presentada por una actriz y presentadora; ya ha recogido esa declaración un juez y empieza la trayectoria judicial de Iñigo Errejón que está siendo juzgado mediática, política y civilmente. Se ha convertido en el símbolo de la gran estafa política, del prototipo de político profesional que va fundando partidos como quien juega a las loterías varias, con un discurso seductor, hasta creíble, que resulta tener una doble (o triple) vida contradictorias. Como sentencia una magnífica pintada: «En la calle el Che; en casa Pinochet».

Además del formulario de respuestas adecuadas para estas circunstancias, lo que más sorprende es que Cristina Fallarás, que tiene una plataforma para recibir denuncias, dice en TVE que desde que saltó el caso ha recibido una docena más de acusaciones anónimas contra Errejón, pero a renglón seguido indica que también tiene denuncias contra otros políticos, artistas o periodistas. Y con esa frase nos preparamos para una cascada de casos que van a ir llegando, ya que este, como era previsible, se está enfangando con los cínicos argumentarios de los partidos políticos por lo que no se elevará la categoría del asunto a transversal e importante, sino a mercancía partidista de usar y tirar.

La sombra que recorre la parte estrictamente política es sobre quiénes y desde cuándo sabían de estas actitudes machistas de Errejón y por qué callaron y ocultaron. Es una repugnante realidad sobre los actos consentidos desde una cercanía acrítica que revela la inconsistencia de muchos y muchas con sus principios. A sí que la duda es, ¿por quién replican las campanas?