Raimundo FITERO
DE REOJO

El señor Koldo

La cascada de acontecimientos que provocan un irremediable desprendimiento de inocencia logra una saturación que es muy difícil de ordenar en alguna jerarquía que responda a criterios basados en una racionalidad analítica básica. Cuando el corpachón de Koldo García aparece en una grabación del día del registro de su casa alicantina, esposado a la espalda, con veinte picoletos pistola en mano y casco de operativo toqueteando todos los utensilios de la casa, escuchándose a su hija de tres años diciendo algo fuera de cámara, y con comentarios del retenido de una amabilidad franciscana, es una sinopsis del absurdo radical, porque están registrando a uno de sus colaboradores más activos contra ETA durante muchos años.

Al chivato García le llaman señor Koldo de una manera rutinaria y en sus salidas y entradas a las sedes judiciales su caminar nos recuerda a una tipología de individuo que ha estado rondando todos los suburbios de la vida política y que acabó con pase pernocta en un ministerio que mueve millones. Un lugar ideal para caer en la tentación. Y parece evidente que de portero en un puticlub se adquieren muchos recursos para relacionarse con toda la tipología delincuencial del Código Penal.

Si esta tormenta en un balde de aguas sucias abruma, que, al parecer, los servicios secretos ucranianos puedan poder un patinete bomba y cargarse en Moscú al jefe de las fuerzas de defensa radiológica, química y biológica del Ejército ruso, Ígor Kírillov, nos sobrecoge, nos aturde, nos asusta y estamos muy atentos a la revancha o reacción que tome el Kremlin.