El tiempo de los políticos
La relatividad del tiempo tiene relación con la gravedad a la que está sometida la persona que lo observa, explicó Einstein. Seguramente, media humanidad, en algún momento de sus vidas, ha percibido esa sensación de relatividad del tiempo, según la gravedad del sufrimiento físico o moral que les haya tocado vivir. La frase «más largo que una semana sin pan» la recoge en su versión popular. Imaginemos hoy en Gaza, 22 meses sin pan, y sin nada, cómo será de largo el tiempo temiendo que cada día puede ser el último.
El tiempo de los políticos es muy distinto del tiempo de las personas que están pendientes de que les aprueben un derecho para iniciar una vida en condiciones similares a las de sus vecinos y vecinas. El derecho al padrón es uno de ellos, ya que supone el reconocimiento institucional de una persona ante la administración pública.
Los políticos de los tres partidos que ostentan el poder municipal en Euskadi se toman mucho tiempo para aprobar y aplicar unos criterios de empadronamiento en situaciones de exclusión sociorresidencial. Un tiempo que supone, en muchos casos, años de espera y desesperación para las personas no empadronadas.
Dos años han tardado el PNV, EH Bildu y PSE en acordar en el seno de Eudel unos criterios comunes para el empadronamiento en situaciones especiales. Unos criterios que habían sido propuestos razonadamente en 2023 por la campaña «Erroldarik gabe izaterik ez-Soy tu vecina pero sin padrón no existo», con el respaldo de 100 organizaciones sociales. Por supuesto, bienvenido sea este acuerdo. ¿Tendrán que pasar dos años más para que sean aplicados por los ayuntamientos?
Durante los dos años que se ha tardado en lograr este acuerdo se ha generado una montaña de frustración en miles de personas a las que la falta de empadronamiento afecta en múltiples dimensiones de su vida: salud, educación, vivienda, trabajo, movilidad, acceso a servicios bancarios y ayudas sociales, que se retroalimentan creando círculos de exclusión. Para muchas personas migrantes, la inscripción en el padrón municipal constituye, además, una prueba clave de la residencia continuada que abre la vía al arraigo social o familiar, uno de los procedimientos más frecuentes para la regularización de la situación administrativa y la seguridad jurídica que ello conlleva. Los años de inacción de unos, Los años de inacción de unos, son años de frustración, e incluso de proyectos de vida truncados, para otros.
La puesta en vigor de la regulación que recomienda Eudel, adecuada a la nueva realidad poblacional y de vivienda, podrá realizarse en los ayuntamientos con el concurso de uno de estos partidos, de dos de ellos o de los tres. Si se trasladase el acuerdo de los partidos en Eudel a los ayuntamientos, la totalidad de los municipios de Euskadi podrían tener estos criterios en vigor el próximo mes de septiembre.
Una política restrictiva en materia de empadronamiento, incluso contraria a la legalidad, como la que practican algunos ayuntamientos, también de Bizkaia, no es una cuestión menor. La legitimidad democrática viene determinada, entre otros, por el principio de igualdad y no discriminación. La exclusión padronal rompe este principio, creando residentes de primera (empadronados, con acceso a derechos) y de segunda (no empadronados, sin acceso). La regulación y aplicación de un empadronamiento universal y libre de obstáculos es un imperativo democrático.
La imposición de trabas al empadronamiento de personas migrantes opera dentro de fenómenos más amplios de racismo institucional y de políticas de control migratorio restrictivas. El padrón se ha convertido en campo de batalla ideológico: algunas autoridades locales lo utilizan para enviar un mensaje de «mano dura» contra la inmigración irregular, aunque con ello vulneren la ley.
A la hora de aplicar las recomendaciones de Eudel, sería mejor hacerlo en todos los ayuntamientos de una sola vez, pero los partidos no deben esperar esa acción común que seguro no llegará. Valga como ejemplo lo que está ocurriendo en Gaza −salvando las enormes distancias−; sería mejor que la mayoría de los países adoptasen resoluciones efectivas conjuntas para frenar el genocidio, pero, mientras no se den, los países no deberían dejar de tomar las medidas que estén en su mano.
A las puertas de septiembre, cuando parece que la rueda del tiempo de hacer comienza de nuevo a girar, que alguien abra el camino puede facilitar que otros sigan sus pasos.

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