José Ignacio ANSORENA
KOLABORAZIOA

Isidro Ansorena: 50 años

Isidro Ansorena falleció el 20 de agosto de 1975, hace 50 años. Cuando la Asociación de Txistularis de Euskal Herria le concedió su medalla de oro, se expresó al agradecerla: «Creo que, como decía Tagore, la naturaleza se expresa mucho más en el canto de un pájaro que en la explosión de los cañones. Creo que en el arte vive la voz de un pueblo mucho más que en las páginas de su historia, tantas veces tramada por hombres y clases dominantes, atentas más a sus intereses que a la vida del país. El pueblo ha sido el gran silencioso de la historia, pero, en el arte, es él quien lleva la voz. Y ayer oímos a nuestro pueblo. Lo oímos todos y eso fue lo que nos conmovió. No somos una última generación decadente, sino el germen de un futuro. Mientras vibre un txistu, mientras suene una palabra en euskara, mientras una música nuestra nos nuble los ojos, seguiremos siendo. Adiós, amigos».

Acudió a la escuela hasta los 12 años y trabajó como albañil y txistulari. Más adelante, en las oficinas municipales. Su currículum no aporta títulos. Pero su espíritu afanoso por aprender de la vida, en casa y en la calle, le ofreció la mejor escuela.

Hizo la «mili» en el cuartel de San Telmo, donde ahora está el museo, y le tocaron muchas guardias en la plaza de Kañoietan. Sospecho que comenzar la Semana Grande con un cañonazo no le gustaría. ¿No ha sufrido ya bastantes cañonazos la ciudad? Fue un capricho de un alcalde nacido en Tolosa, Ramón Labayen, que era muy amigo de los soldaditos. Y a la canción popular que siempre habíamos llamado “Pastelero” le pusieron el nuevo título de “Artillero”. Con lo hermosa que resultaba la historia de amor entre el maduro pastelero y la joven hija de Praisku el borrachín. Ahora, protagonista el artillero. ¿Qué es mejor, los dulces del pastelero o los bombazos del artillero?

Es cierto que lo del artillero liga bien con la bulla inconmensurable del San Sebastián actual, en fiestas y fuera de ellas. Alguien ha puesto una denuncia y una petición para que se quiten del programa de Semana Grande los fuegos artificiales, porque crean sufrimiento a los animales. Se podrían citar más razones: cómo contaminan las aguas de la Concha, el peligro de incendios que causan... Pero pobre el denunciante si piensa que le van a hacer caso en nuestro Ayuntamiento. Escribieron una ridícula Ordenanza sobre el ruido y basta. ¡Ciudadano inocente, arréglatelas como puedas! La asociación de vecinos de la Parte Vieja lleva largos años pidiendo ese control que falta y, además de no hacerle ningún caso, nuestro teórico cuidador es un agente activo para que los ruidos aumenten. Hay un DJ que nuestro Ayuntamiento contrata casi todos los años que vociferaba en sus actuaciones: ¡Que se quejen los vecinos!

Estoy de acuerdo con el vecino que ha denunciado, teniendo en cuenta que los donostiarras somos animales, algunos hasta racionales. El alcalde actual le ha respondido en público diciendo que los fuegos artificiales llevan más de 60 años organizándose, que también lo hacen otras ciudades y que, si se aceptaran la petición, acaso habría que dejar de organizar nada. ¡Menuda tentación! Para las próximas elecciones, si algún candidato incluye en su programa no organizar ningún festejo ruidoso, le prometo mi voto. Me aseguran que Odón Elorza está preparando su candidatura para entonces. Le regalo la idea. Además, ahora que cada año nos rodean y parece que lo seguirán haciendo, los fuegos forestales ¿no resulta un tanto macabro gastar dinero en ello, haciendo crecer el peligro? ¿Estamos esperando a que el fuego destroce Igueldo, Urgull o Ulía? ¿Acaso queremos desaparecer como Pompeya?

Potentes los cañonazos que los jueces y algunos sindicatos han dirigidos al euskara. Dicen «que no actúan contra el euskara». Falso. Tras largos períodos de dominación, lo correcto es actuar a favor del oprimido. Se le suele llamar «discriminación positiva» y trata de arreglar el desaguisado. El no practicarla supone seguir con el proceso dominador. Después de destrozar Gaza y llenarla de colonos judíos, ¿qué pedirá Netanyahu, la igualdad de la lengua hebrea y el árabe palestino? La cuestión de la lengua no es de segundo nivel, siempre ha ido en paralelo con otras opresiones: a la mujer, a los homosexuales, a los pobres, a los inmigrantes, a los que sufren los ruidos... No somos conscientes del peligro. El pesar nos llegará tarde.

No se trata solo de decir hermosas palabras. Si leemos las palabras de Celedón al comienzo de las fiestas de Vitoria, nos parecerán acaso apropiadas. Pero no las «dijo», las arrojó a grito pelado, mientras la masa que llenaba la plaza se rompía la garganta dando alaridos y se llenaban las tripas de cerveza. El horrible modelo festivo, empujado por la sed de negocio, que se ha impuesto nos está saliendo muy caro. Osakidetza ya ha encargado un estudio profundo sobre las consecuencias que tienen en la situación psicológica de nuestras gentes, en sus gargantas, en su capacidad auditiva y en sus brazos. Parece que tantas horas sujetando los vasos generan muchos esguinces.

En nuestros pueblos y ciudades ya apenas se escuchan los trinos de los pájaros. Pero los sonidos de cañonazos y similares ruidos atosigantes nos rodean cada día más. Isidro nos diría: ¡Vaya cuadrilla de majaderos!