JOSEBA VIVANCO
DESDE LA GRADA

Las reglas y el juego

Hace unos días en un partido de cadetes, el colegiado de turno expulsó a un chaval de 15 años por una segunda amarilla faltando diez minutos de encuentro. La primera fue por mano, la segunda por tratar de llegar a un balón y golpear al rival; era su primera entrada del partido. A la calle. Dejaba a su equipo en inferioridad y encima se perdía el próximo choque. Un chaval que solo quiere jugar. Segundos después, entradón de un jugador rival, que se queda sin cartulina. Estos días muchos se preguntan cómo es posible que a Aduriz se le castigue con dos partidos por, en un momento adrenalítico como cualquier otro en el deporte de élite, suelte en un pronto algo como «es una puta vergüenza». ¿Por qué? Sencillo. Por lo mismo que dejas por un exceso de celo a un chaval de 15 años sin uno de sus alicientes del fin de semana. Porque como dijo Bill Shankly, «el problema de los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego».