Campeonato del Cuatro y Medio

Saralegi, campeón de su liga

El de Amezketa se impuso a un Idoate que falló en momentos críticos y se medirá a Olaizola II en semifinales.

SARALEGI 22

IDOATE 17

A sus 34 años, Ekaitz Saralegi consiguió ayer en Eibar la victoria más trascendente de su carrera profesional al conseguir clasificarse para las semifinales del Cuatro y Medio, donde se medirá al campeón Aimar Olaizola. De esta manera, el delantero de Amezketa consigue seguir la lejana estela de otro artista de los cuadros alegres, Mikel Unanue, el último pelotari guipuzcoano que consiguió algo similar en la jaula en 2002.

El resultado de ayer quizá quedará como una cifra más en el libro de la historia de esta modalidad, ya que no concedió ninguna txapela, pero en la historia particular de Ekaitz Saralegi sí que quedará grabado como el día en el que ganó «su liga».

Hace poco más de dos semanas, cuando Oinatz Bengoetxea pasó por encima suyo en el Atano III, lejos de venirse abajo, el de Amezketa asumió sin complejos que la suya era otra liga, que sus opciones pasaban por los partidos ante Iker Arretxe y Mikel Idoate, dos duelos en los que ha sido mejor que sus rivales directos, lo que le ha permitido alcanzar su cima personal.

Rival incómodo

Aunque la cátedra se había decantado claramente por la sobriedad y la solvencia del de la Txantrea, el propio Idoate ya había advertido en las horas previas que el de Amezketa es un rival incómodo para todos y especialmente para él, no en vano, el guipuzcoano se había impuesto en los dos precedentes individuales entre ambos, el último en la jaula de hace dos años, en el propio Astelena.

Enseguida se comprobó que las palabras del pelotari navarro llevaban más carga que la prudencia habitual ante partidos de tal transcendencia. A diferencia de hace dos años, el de Amezketa no es un simple rematador, su derecha le permite incluso dominar a ciertos rivales -ayer cortó la pelota muy bien a pared- y su capacidad defensiva también ha evolucionado.

La confianza también juega y Saralegi acudió a la Catedral con las ideas muy claras, supo ejecutarlas y el partido se disputó mucho más cerca del frontis de lo que le hubiera gustado a Mikel Idoate que, no obstante, supo agarrarse al partido como en duelos anteriores.

De hecho, tras un comienzo de partido en el que los nervios atenazaron a ambos, que padecieron en cuanto el rival acertó a jugarles a los pies o a esconder la pelota en pared izquierda, el pelotari navarro llegó por delante al ecuador del partido (8-11), después de que Saralegi mandara un resto al colchón de arriba.

Pero el guipuzcoano tampoco estaba como para dejar pasar su gran día. El saque y el posterior remate le dieron argumentos para recuperar la iniciativa en el marcador con un parcial de siete tantos seguidos (15-11).

Pese a todo la igualdad era máxima, ninguno de los dos era capaz de romper el partido hacia su lado y fueron los pequeños detalles, y también la suerte, los que terminaron por desnivelar la balanza. Ahí sí fue superior el guipuzcoano, en jugadas como el 12-11, una pelota en la que pensaba entrar de diestra, lo hizo in extremis de zurda y le salió un gancho milimétrico. También fue cuestión de milímetros que su dejada del 19-14 no golpeara la chapa.

Pero Idoate también colaboró. Sus tres errores más evitables, dos faltas de saque (16-14 y 21-17) y una pasa en una volea (20-14), llegaron en el peor momento y, como hace una semana ante Oinatz Bengoetxea, le cortaron las alas de cuajo.