Maite SOROA
msoroa@gara.net
PAPEREZKO LUPA

Desparramando que es gerundio

Lo de España tiene muy mala pinta. Poca broma. A un escándalo de corrupción le sucede otro mayor en medio de una desparramada corrupción. La incesante oleada de escándalos se combina con los devastadores efectos de la crisis económica, socavando la credibilidad y legitimidad de su clase política y los cimientos mismos del modelo de Estado. No me dirán que con un paro estratosférico, una economía quebrada, un modelo de Estado en barrena, la credibilidad perdida... todos los ingredientes no están servidos para que los vascos hagamos nuestro propio camino.

Esta larga introducción le viene como anillo al dedo a lo que una ayer observó en la prensa española. Las facturas de luz se desparraman, alcanzan máximos históricos, todos los periódicos editorializan escandalizados y seguido otra vez más corrupción desparramada.

Cada periódico con su «exclusiva», todos con su ración diaria que comprensiblemente pone hasta el gorro a cualquiera. Así, en «La Razón» se lee que «la juez Alaya no suelta presa... y manda la Guardia Civil a la sede de UGT». «El País» sigue con sus entregas de los mensajes de Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid y zurra al PP de lo lindo. «El Mundo» apostaba por abrir con «El juez Ruz manda a la Policía a Génova» y daba comba a la imágenes de los agentes de Udef registrando la sede central del PP.

Ya ven, servidora se tuvo que tragar una sobredosis de casos de corrupción. Eso es España, récord de Europa en tarifas de luz y en corrupción. Todo se desparrama y todo como si fuera normal, parte del paisaje.

Interesada en otear a columnistas que dijeran algo sensato sobre el asunto, cuál fue mi sorpresa al leer a José María Marco en la segunda página de «La Razón» con un titular que llamó mi atención: «Descrédito de la Justicia». Y acabáramos; el columnista quejica se tiraba de los pelos por el «ensañamiento» con «Doña Cristina» en el caso Nóos. A la princesitas borbonas ni tocarlas, vino a decir. Y tan pancho, el muy pelota.

Definitivamente, sobran los motivos para la indignación. Te roban en el recibo y los corruptos se reparten el botín. España es un atraso y seguir subordinados y dependientes es un camino seguro al desastre.