Terezin y Yarmourk, una misma melodía
Alice Herz-Sommer, superviviente del holocausto, falleció el pasado domingo en Londres a los 110 años. Judía nacida en Praga, en 1943 fue trasladada junto a su hijo de seis años y su marido al campo de concentración de Terezín, en la República Checa, donde distraía a sus captores y al resto de prisioneros tocando el piano. Allí pasó dos años.
«Los nazis querían que tocara tanto que pensaba que mis dedos se me caerían en aquel frío», recordó en una entrevista con el periódico «The Times» en 2010. Se propuso aprender los Estudios del compositor Frederic Chopin, porque «son tan difíciles que pensé que si los aprendía, me salvarían la vida». Su vida ha inspirado película «The Lady In Number 6: Music Saved My Life», de Malcolm Clarke, candidata al Óscar al Mejor Corto Documental. En ella, afirmaba que «si se puede disfrutar de la música, no todo está perdido», porque «la música es un sueño que nos conduce a una isla de paz, de belleza, de amor».
Siete décadas después, en otro escenario bélico, otro piano intenta aliviar el sufrimiento de los casi 20.000 palestinos que siguen atrapados en el campo de refugiados de Yarmouk, en Damasco. «Preferimos el sonido de la música al de las balas. Es un lenguaje universal que llega al alma sin necesidad de traducción», señala el joven pianista Eyhem Ahmed, que junto a un grupo de amigos se sienta al frente de un piano en medio de las ruinas con la esperanza de que su melodía contribuya a «levantar el cerco para que la ayuda humanitaria pueda llegar» a esta zona asediada por las tropas gubernamentales y los grupos rebeldes.
Construido en 1948 para acoger a los refugiados palestinos de la guerra árabe-israelí, Yarmouk se ha convertido en símbolo del sufrimiento e indefensión de la población civil en los conflictos armados. «Por favor, sáquennos de aquí, nos estamos muriendo», implora una mujer de 60 años ante las cámaras de la cadena británica BBC, que ha logrado acceder al interior del campo. «Ya no hay ni pan», se lamenta Kiffah, de 13 años, sin poder contener las lágrimas.

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