Maite SOROA
msoroa@gara.net
PAPEREZKO LUPA

Lo que hay que hacer

La -profunda- caverna española se divide, principalmente, entre quienes aplauden al Gobierno de Rajoy y quienes le atacan por blando y poco español. Uno de los principales azotes mediáticos es Pedro J. Ramírez, pero ya solo los domingos asoma su pluma. No obstante, siempre quedará el incansable -y canso- Federico Jiménez Losantos.

Ayer, en «El Mundo», continuaba vapuleando al ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, ese que hace unos días comparó Catalunya con Crimea, por lo que Fede le llama «ministro de Asuntos Catalanes de Rajoy», y decía que «ha vuelto a hacerlo. En un acto de agresión más injustificado que la toma de Crimea, ha dicho que hace falta `un alto el fuego verbal' con el nacionalismo catalán, lo cual revela que Margallo desconoce tres cosas fundamentales: la primera, que es el nacionalismo catalán el que está en guerra con España, no al revés, y la prueba es la política de apaciguamiento que todos los gobiernos de España han seguido con él desde 1977». Ya, España nunca está en guerra con nadie mientras le diga a todo amén (si es más débil, claro). Después, comparaba a Margallo con Chamberlain o Daladier, los «margallos de la época» de la invasión de Polonia por Hitler, con lo que, de paso, comparaba Catalunya con el III Reich. Este Fede es un lince. Terminaba su pieza pidiendo que el rey español ordene a Margallo «un alto el fuego verbal inmediato. O sea, el clásico `¿por qué no te callas?'». Ayer estaba sembrado.

Pero también por sus declaraciones sobre la situación de Venezuela le daban leña a Margallo... en el editorial del periódico de Federico, «Libertaddigital», porque, afirmaban, «Margallo ha querido dar un aire de responsabilidad y sensatez a su mutismo y a su pasividad asegurando que `lo sencillo es hacer una declaración altisonante en televisión', mientras que `hacer lo que hay que hacer' es `menos gratificante desde el punto de vista de la opinión pública'». Pero aclaraban que no le piden «una declaración altisonante», sino «lo que el Gobierno de Aznar entendía por `hacer lo que hay que hacer' en asuntos exteriores: Fortalecer el eje atlántico, fraguar y liderar el consenso europeo en relación a Iberoamérica y protagonizar una política exterior que no pusiera sordina sino que llevara a gala la reclamación de la defensa de las libertades y de los derechos humanos». Por ejemplo, apoyando abiertamente golpes de estado... en fin, cosillas de esas.