Anjel Ordóñez
Periodista
TXOKOTIK

«Sit vobis terra levis»

El de marzo ha sido un mes de funerales. Fallecieron, con apenas tres días de diferencia, dos políticos de relevancia: Iñaki Azkuna, que fuera alcalde de Bilbo durante entre 1999 y 2014, y Adolfo Suárez, presidente del Gobierno español desde 1976 hasta 1981. Este último reposa en una tumba en la catedral de Ávila, bajo el epitafio «La concordia fue posible», que hace referencia al proceso de transición desde la dictadura de Franco al actual sistema político. Como no me tengo por hipócrita, pero tampoco creo en la falta de respeto gratuita, evitaré hoy hablar de los personajes y me centraré en los epitafios.

Deja sentado el diccionario que epitafio es una «inscripción que se pone, o se supone puesta, sobre un sepulcro o en la lápida colocada junto al enterramiento». Y dice bien: «se supone puesta». John Wayne dejó dicho que en su lápida se leyera «Feo, fuerte y formal», pero no le hicieron caso. ¿Qué clase de herederos ignoran la última voluntad de un finado? De lo que se queda cuando te marchas algo sabía el filósofo Diógenes de Sinope, a quien se atribuye este otro epitafio: «Cuando me muera echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado». Tampoco a Julius Henry Groucho Marx le hicieron caso con «Perdonen que no me levante». Su lápida del Eden Memorial Park de Los Ángeles recoge un lacónico texto con su nombre, las fechas de su nacimiento y muerte (1890-1977) y una estrella de David. Por cierto, se dice del irrepetible Groucho que regaló a su suegra esta otra inscripción lapidaria «RIP, RIP ¡Hurra!». Genio y figura...

Otro humorista, Miguel Mihura, afiló su pluma hasta más allá de este mundo: «Ya decía yo que ese médico no valía mucho», se puede leer, no sin sonreír, en su lugar de descanso. Algo parecido escribió el cómico Spike Milligan: «Os dije que estaba enfermo». Hay muchas, se hacen ustedes una idea. La del marqués de Sade: «Si no viví más, fue por que no me dio tiempo». Antonio Gala, siempre críptico, sigue vivo, pero ya tiene pensada la suya: «Murió vivo». Anónimas, hay muchas: «Ya sabía yo que esto acabaría así», «estos días se me están haciendo eternos», «esta postura me está matando», «a ver, ¿qué tenía Lázaro que no tenga yo?»... Iñaki, Adolfo: «Sit vobis terra levis».