Ramón SOLA
UDATE | IRUÑEKO SANFERMINAK

«¡¡¡Dale, dale, que chispea!!!»

Tanta sicosis con la dichosa lluvia y solo lograron que la fiesta empezara antes que nunca. La unidad móvil de GARA detectó el primer huevo frito txistorrero a las 8.37, el primer cuezo solemne a las 10.12 y la primera retirada mulillera a las 12.46. Tanto correr... y luego pasa lo que pasa.

El estrés presanferminero es muy jodido. Ni te cuento si coincide con sábado. Así que más de uno optó por la directa: gaupasón, y si se acaba el mundo, que nos pille preparados. Pero luego, para quienes sí se fueron a dormir como dios manda había más problemas: amenaza de aguacero, lo nunca visto desde 1976 (un ciclo borbónico entero), el diluvio universal, el acabóse festivo. Y ya fuera por los nervios, por las prisas o por los metereólogos, el caso es que se madrugó el copón en Iruñea.

Porque hay que tener ganas a las 8.30 de meterte entre pecho y espalda dos huevos, jamón, txjistorra y patatas. Militancia obliga. A la txirrinta acumulada se le suma esta vez la excusa: «¡Dale, dale, que chispea»!, decía Josu mirando al cielo mientras echaba a rodar por el garganchón un palmero de tinto con gaseosa, como si la lluvia fuera a acabar en txandrio.

Hay dos clases de almuerzos sanfermineros: los que acaban en lo viejo para el chupinazo y los que prefieren estirarse a sí mismos con café, copa y puro, porque tiempo habrá...

También hay tres círculos concéntricos, por lo menos. El del Ayuntamiento, el epicentro, huele a champán barraquero, kalimotxo o sangrí.

El segundo es ni fu ni fa, tiene efluvios de cava de super y cerveza, y reúne a los/las que todavía no se atreven a meterse al fregau con los que ya dieron lo mejor de sí y prefieren salirse un poco («because is happyyyy», vocean los altavoces de la Plaza del Castillo mientras proyectan un vídeo turístico de la ciudad).

Y luego queda la capa fina, el extrarradio, divisible a su vez entre quienes dicen que han estado en sanfermines sin estar (¡farsantes!) y los que solo hacen tiempo, conscientes de llegará su momento, gente que sabe dosificarse, sin duda..

Porque luego echan el chupinazo, y pasa lo que pasa; unos se vienen arriba, y otros abajo, muyyyy abajo. Empieza todo, pero para algunos se acaba el primer día. A las 12.46 computamos la primera retirada fiestera con mulillas en forma de colegas de la cuadrilla. Demasiado vino... o pocos huevos fritos. La llegada a casa promete.

Llega la lluvia

Chispeaba, sí, a las 11.00. A las 16.30 ya es el jodido diluvio el que ha venido a vernos. Va a resultar que tenían razón. Jarrea, a mares. Avalanchas en los bares (¿qué ley física explica que hayan absorbido a toda la gente que llenaba las calles hace un rato?), fiestones en los porches, lamentos de los txikis que se van a quedar sin la primera salida de gigantes y cabezudos...

Quizás los que tanto madrugaron y tan pronto cayeron esbocen ahora sonrisa ganadora y afilen los cuchillos. Unos y otros, contentos. Total, si solo quedan 190 horas para el Pobre de Mí y 198 para el encierro de la villavesa...