Atilio A. Boron
REBELIÓN, 2014/10/30
HEMEROTEKA

¡Todos somos Ayotzinapa!

Un crimen incalificable, y a más de un mes de haber sido perpetrado no hay un solo detenido. ¿Cómo es posible que un estado que cuenta con un formidable aparato de seguridad no pueda identificar siquiera a un responsable de tamaña barbarie? La masacre de Ayotzinapa nos interpela a todos, nos agrede a todos y no puede caer en el olvido, ni sus autores intelectuales y materiales escudarse en la impunidad.

Nos llena de rabia el maldito doble rasero del imperio y sus secuaces; de EEUU y sus lacayos europeos, que si algo muchísimo menos grave que el monstruoso crimen de Ayotzinapa hubiera ocurrido en Cuba, Bolivia, Ecuador o Venezuela habrían descargado toda su artillería mediática, política, económica y diplomática contra estos países, denunciando la barbarie cometida ante las cortes y organismos internacionales, exigiendo la identificación y castigo de los culpables, la depuración de las fuerzas policiales y militares involucradas e imponiendo sanciones durísimas por tan aberrante violación de los derechos humanos. Pero como tuvo lugar en México y el gobierno mexicano es una pieza estratégica en la configuración de la siniestra Alianza del Pacífico inventada por Washington para contener la creciente influencia de China en América Latina, la prensa de la derecha cierra sus ojos, los gobiernos de EEUU y Europa miran a otro lado y se convierten en encubridores y cómplices de un crimen horrendo.

(...) En la matanza de Tlatelolco los muertos fueron subrepticiamente recogidos en camiones de basura para posteriormente ser incinerados; solo unos pocos pudieron ser rescatados antes de la «limpieza» dispuesta por las autoridades. El número de las víctimas jamás pudo ser confirmado oficialmente. En Ayotzinapa la historia vuelve a repetirse, pero con una diferencia: al menos sabemos que son 43 los valientes jóvenes que han sido desaparecidos. Pero hay fosas comunes que se descubren por aquí y por allá y que hablan de un terrorismo de estado de tenebrosas ramificaciones y cuyos crímenes comienzan a salir a luz. (...)