Irán es bastante más que Teherán y un análisis de las candidaturas matiza su alcance. Rohani y su aliado y expresidente Rafsanyani, ambos clérigos –no se olvide–, han consensuado unas listas a las que han atraído a todo el espectro conservador moderado concitando además, como en las presidenciales de 2013, el voto de los sectores reformistas, cuyos candidatos tampoco pasaron esta vez la criba del no electo Consejo de Guardianes.
Los resultados, eso sí, confirman la tendencia que apunta a un reequilibrio hacia una «moderación controlada» del régimen. Con un expresidente Ahmedinejad barrido del mapa, la revuelta verde de 2009 es un recuerdo. Rohani y los suyos pilotarán con menos oposición el Irán posterior al acuerdo nuclear con EEUU. La «liberalización» económica se da por segura. Bastante más que los avances en materia de libertades y derechos humanos.