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La consulta húngara no es válida pese al masivo rechazo a los refugiados

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, sufrió un revés ayer en su referéndum contra el plan de cuotas migratorias de la Unión Europea (UE), al quedar los votos válidos por debajo del 50% requerido. Como se anticipaba, los votantes por el «no» superaron el 98% del total, pero solo acudió a las urnas un 39,9% de los ocho millones de inscritos, lo que invalida el resultado, según los datos oficiales con el escrutinio prácticamente completado.

La Oficina Electoral de Hungría (NVI) confirmó que no es válido, al no alcanzar la participación necesaria, el referéndum sobre el sistema de reubicación de refugiados, pese al masivo rechazo a su llegada.

Los sufragios válidos fueron el 39,9%, menos del preceptivo 50% del censo, y, con el 99,8% escrutado, dentro de esos votos el apoyo al «no» alcanzó el 98,3%, mientras que los «síes» supusieron el 1,76%.

Así, 3,23 millones de los 8,24 millones de votantes húngaros dijeron «no» a las cuotas de reubicación fijadas por Bruselas para los socios comunitarios. A Hungría le correspondería acoger a algo menos de 1.300 personas, pero el Gobierno considera que es vulnera su soberanía nacional y que «terroristas» podrían asentarse en el país.

Algunas figuras del Gobierno habían adelantado los resultados y Gergely Gulyás, vicepresidente de la formación gubernamental Fidesz, destacó la victoria abrumadora del «no».

Independientemente de su validez, políticos de la formación conservadora gubernamental adelantaron que la gran mayoría de «noes» da un «mandato» al Ejecutivo para su «lucha» en Bruselas contra las cuotas de la Unión Europea (UE).

Unos 8,3 millones de húngaros estaban convocados para responder a la pregunta: «¿Quiere que la UE disponga, sin el consentimiento del Parlamento, sobre el asentamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros en Hungría?».

Después de que se conocieran los datos anoche, varios políticos de la oposición, que había llamado mayoritariamente a la abstención o al voto nulo, exigieron la dimisión de Orban. Desde el ultraderechista Jobbik, el único partido que había apoyado el «no», hasta el ex primer ministro socialdemócrata Ferenc Gyurcsány, declararon que Orban debería dejar el cargo por lo que consideran una derrota.

Orban ha venido insistiendo en que Bruselas no tiene derecho a cambiar «la identidad cultural y religiosa de Europa» y considera «ingenua» su política migratoria. Ayer, tras conocer el resultado, recalcó que los húngaros han rechazado «la respuesta de la UE al éxodo moderno. que es reubicar de una manera obligatoria (a los refugiados)». «Solo nosotros podemos decidir con quién queremos vivir», enfatizó el jefe del Gobierno. «Bruselas o Budapest fue la pregunta de hoy y hemos decidido Budapest», subrayó.

 

Hartazgo ante el discurso «envenenado» de Budapest

«¿Qué nos está pasando?». Maja, una húngara convertida al islam, nunca se habría imaginado que un compatriota le pudiera espetar la frase «regresa al desierto». Cuando lleva velo, esta mujer de 33 años siente que le miran mal. «Los húngaros son gente hospitalaria. No sé qué nos pasa», lamenta al referirse a la intolerancia imperante.

La campaña por el «no» empapeló el país con carteles que equiparan refugiados e inmigrantes con amenaza cultural y «terrorismo». La consulta fue ayer, pero el Gobierno esgrime desde hace mucho la tesis del peligro de la migración. Antes de la llegada masiva de refugiados a Europa. En la primavera de 2015, envió un cuestionario preguntando a los electores qué había que hacer con los «clandestinos». Este clima «ha envenenado el alma» con la ayuda de los «medios cercanos al poder que destacan el más mínimo suceso en el que esté implicado un musulmán en cualquier parte de Europa», lamenta Zoltan Bolek, representante de la mayor asociación musulmana de Hungría.GARA