@albertopradilla

Lecciones de «House of Cards» y el futuro del turnismo español

La marcha de Pedro Sánchez se ha interpretado como una victoria de Mariano Rajoy y del Ibex 35. Sin embargo, quizás pueda resultar perjudicial para el turnismo, que estaba en una fase de revitalización y ahora vuelve a la lógica de la Gran Coalición.

Uno de los elementos menos creíbles de la serie «House of Cards» es la capacidad de anticipación de Franck Underwood, su maligno protagonista. En la serie, el ambicioso congresista norteamericano es capaz de adelantarse a los movimientos de sus rivales y encadenar jugadas de billar en las que el movimiento de una bola provoca reacciones en cadena previstas por quien movía los hilos. Eso no ocurre en la reali- dad. Los seres humanos no son máquinas que operen en base a principios estrictamente lógicos y hay ocasiones en las que un líder político puede poner por encima intereses particulares a corto plazo que, sin embargo, resulten terriblemente perjudiciales para sus propios deseos en el futuro. Creo que algo así ha ocurrido en el caso del golpe de Estado perpetrado por Susana Díaz y sus afines en el PSOE. Su victoria inicial, en nombre del «orden», podría provocar un descrédito del turnismo que, en principio, estaba sobreviviendo a años de profunda crisis política y social.

Se extiende la idea de que fue el Ibex 35 o Mariano Rajoy, y no Susana Díaz, los que se impusieron el sábado en el esperpéntico Comité Federal del PSOE que terminó con la dimisión de Pedro Sánchez. Tiene su parte de verdad. Teniendo en cuenta que la maniobra interna acerca más la abstención de Ferraz ante el PP, es una primera reacción lógica. Sin embargo, el debate es más profundo y tiene que ver con cómo resolverá el Estado la profunda crisis política en la que se encuentra sumido.

A pesar de que en público se han demonizado, unas terceras elecciones podían suponer una resurrección del modelo turnista. Tras un año de bloqueo, el debate se acercaba más al «mejor malo conocido» que a las ansias de transformación. Así que era razonable prever que PP y PSOE se reforzasen frente a Unidos Podemos y Ciudadanos. El golpe de timón de Díaz y los «barones» nos acerca a la identificación de los dos grandes partidos españoles con un «estado de las cosas» que, aunque en menor medida, sigue siendo cuestionado. Un regalo para Pablo Iglesias, que ha basado toda su estrategia en confiar en que, al final, el PSOE se plegaría y permitiría que Mariano Rajoy siguiese en La Moncloa.

Lo planteaba en Twitter el colaborador de GARA Arturo Puente, cuando se preguntaba sobre el plan que los «susanistas» pueden tener en mente. Ampliando el foco, cabría preguntarse si a los grandes poderes del Estado les beneficia más una Gran Coalición o unas terceras elecciones en las que, en realidad, el PP iba a salir igualmente triunfador.

Pedro Sánchez no es un izquierdista convencido. Llegó al poder apoyado por la misma Díaz que ahora le desbanca. Es el mismo que vetó a EH Bildu, quien avaló el cambio del artículo 135 de la Constitución, aunque luego se retractara, y el que, si no intentó un Gobierno alternativo en Madrid, es porque no quiso, porque margen sí que tuvo. Sin embargo, el «factor humano», su voluntad de seguir al frente del PSOE, cambió las reglas. Puede ser que a Díaz le haya ocurrido igual y que su ansia de mandar Ferraz le haya llevado a darse un tiro en el pie.