Imanol INTZIARTE

La gula de B&B, el hambre de Atlanta

New England busca su quinto título frente al demoledor ataque de los Falcons.

Siete finales desde el año 2000. Nada extraordinario desde la perspectiva europea, donde disputa varias competiciones y un puñado de poderosos impone su músculo ecónomico. La historia cambia si se observa desde el punto de vista estadounidente, con los topes salariales, el sistema de draft y una única competición. Hoy arriba, mañana abajo. Y viceversa.

La excepción se llama New England Patriots. ¿Se puede escribir algo nuevo sobre la B&B que conforman el entrenador Bill Belichick y el quaterback Tom Brady? La Super Bowl que se celebrará en la madrugada del domingo al lunes (00.30, hora de Euskal Herria) será la séptima –la novena en total, récord absoluto– para los de las afueras de Boston desde que arrancó este siglo. Los que más se acercan son Seattle, Pittsburgh y New York Giants, con tres.

Desde que B&B cabalgan juntos, los Patriots han sido siempre campeones de división, excepto en 2002 y 2008. Y eso que esta vez el arranque no presentaba los mejores augurios. Brady estaba sancionado para los cuatro primeros encuentros. Jugó su suplente, Garoppolo, y cuando este se lesionó, el suplente del suplente, un novato de tercera ronda de apellido Brisset. Pero Belichick hizo sus ajustes y, ale hop, 3-1 de balance.

Y ya con el titular sobre el emparrillado, pim pam, pim pam, hasta terminar la fase regular con un 14-2, líderes de la Conferencia Americana. Play-offs garantizados en casa, que pasen los Texans, que pasen los Steelers, dos repasitos y rumbo a Houston, a por el quinto trofeo Lombardi.

Sin la ayuda de «Big Gronk»

Todo ello sin el mejor aliado de Brady, el tigh end Rob Gronkowski, lesionado buena parte de la campaña. Para eso están las carreras de Blount –suma más de 1.200 yardas y 19 touchdowns– y un enjambre de avispas en ataque (Edelman, Bennet, White, Hogan, Amendola…). Una pandilla compuesta por rondas bajas del draft, rebotados de otros equipos por los que pasaron sin pena ni gloria, e incluso gente por la que nadie daba un dólar al salir de la universidad. Bill Belichick saca miuras de donde otros solo ven desechos de tienta. El tercer ataque en puntos anotados (27,6 por encuentro) y la defensa que menos concede (15,6). Hightower manda en la línea y Butler, el héroe de la Super Bowl de 2015, es su marcador principal contra los receptores rivales.

Al otro de las trincheras aguardan los Falcons. Un equipo sin títulos –perdió en 1999 ante Denver su única Super Bowl hasta la fecha– en una ciudad hambrienta de alegrías deportivas. La excepción, la victoria de los Atlanta Braves en las Series Mundiales de béisbol de 1995. Nada que ver con el historial de los bostonianos Celtics (NBA) y Red Sox (MLB).

El tapado estaba en la NFC Sur

Los dirigidos por Dan Quinn venían de una campaña anterior en la que, tras una salida fulgurante, se desfondaron en la segunda mitad de la temporada regular &bs;para terminar con un balance de 8-8, fuera de los play offs. Este año han regulado mejor sus fuerzas. Sin hacer mucho ruido –muy pocos contaban con ellos en los pronósticos–, han ganado sin problemas la NFC Sur con un balance de 11-5. El hundimiento de Carolina Panthers ha allanado el camino.

Si bien Quinn cimentó su prestigio como coordinador defensivo de Seattle, la faceta que hace temible a los Falcons es su ataque –el más anotador de la liga, 33,8 puntos de promedio en temporada regular–, dirigido por el nuevo gurú ofensivo, Kyle Shanahan. Los analistas se deshacen en halagos respecto a la versatilidad de sus tácticas, y a sus 37 años ya tiene sobre la mesa una oferta para ser entrenador principal de los San Francisco 49ers.

Sobre el verde, su brazo armado se llama Matt ‘Ice’ Ryan. El sobrenombre ya es lo suficientemente explícito sobre la frial- dad de este quaterback de 31 años, elegido en el número 3 del draft de 2008 y que ha completado de lejos su mejor campaña, segundo en yardas ganadas por detrás de un pistolero sin freno como Drew Brees (New Orleans).

Para el ataque terrestre cuenta a su lado con Freeman y Coleman –28 touchdowns entre ambos–, mientras que en su cuerpo de receptores destaca por encima de todos Julio Jones –número 6 del draft de 2011–, con más de 1.600 yardas en su haber, bien acompañado por Sanu.

Los play-offs han sido una muestra del poderío de este ataque. En la ronda divisional endosaron 36 puntos a la otrora temida defensa de Seattle, mientras que en la final de conferencia apalizaron 44-21 a unos Green Bay Packers que venían de ganar en el campo de Dallas Cowboys.

La gula de New England Patriots, que no se han cansado de ganar, frente al hambre de unos Atlanta Falcons que quieren estrenar sus vitrinas. El menú está servido para uno de los eventos deportivos del año.