Ingo NIEBEL

Dresde quiere poner el nombre de Gernika a una pequeña calle

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), los Verdes ecologistas y el partido socialista Die Linke (La Izquierda) decidieron a principio de marzo con el respaldo del alcalde mayor dar el nombre de Gernika a una pequeña calle, con los votos en contra de la oposición derechista. La CDU duda de que Dresde tenga algo que ver con la destrucción de la simbólica villa foral vizcaina.

Dresde es la capital del estado federal y antiguo reino de Sajonia. La actual decisión del Gobierno local, compuesto por un tripartito, hay que verla en el contexto del debate sobre la destrucción de la ciudad en la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día también se la considera un símbolo de la indiscriminada guerra aérea contra la población civil. El 13 de febrero de 1945, la aviación aliada aniquiló esta histórica villa, a punto de caer en manos del Ejército Rojo y repleta de refugiados. Primero los nazis la convirtieron en un símbolo de los denominados «ataques de terror» por parte de EEUU y Gran Bretaña. Más tarde, en la Guerra Fría, la socialista República Democrática Alemana (RDA) siguió con el tema pero desde el punto de vista ideológicamente contrario. Para ella, existía una relación entre los muertos de Dresde y los vietnamitas que caían en los masivos bombardeos aéreos de Washington en aquella guerra contra el país asiático.

Por razones obvias, los nazis multiplicaron el número de víctimas por diez, llegando a cifras superiores a las 250.000. Hace pocos años, una comisión de historiadores investigó el número de fallecidos y lo cifró entre 18.000 y 25.000 muertos. Pese a la seriedad de la investigación, el resultado no convenció a la ultraderecha, que sigue considerando el bombardeo un crimen aliado. Por eso, el neonazismo se da cita en Dresde cada año para conmemorar a esas víctimas con el objetivo de restar reconocimiento a aquellas otras que el nazismo hitleriano causó en Alemania y otros países, en los campos de batalla y de exterminio. Fuera de esta óptica queda el bombardeo de Gernika.

Sin embargo, no es sólo la nueva y vieja derecha la que ha hecho fuerte al movimiento xenófobo Pegida y al partido Alternativa para Alemania (AfD), que se opone a la propuesta de una calle de nombre vasco. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel sigue por el sendero que le acerca a posiciones revisionistas. Se opone porque no ve ninguna relación entre ambas ciudades. El jefe de su grupo municipal, Jan Donhauser, propuso que el alcalde mayor, Dirk Hilbert, del Partido Liberaldemocrático de Alemania (FDP), ponga en marcha primero una investigación histórica sobre la relación entre el bombardeo de Gernika y la escuela de guerra aérea de Dresde y otras unidades desplegadas allí. La propuesta no prosperó.

En búsqueda del debate académico

Desde el punto de vista científico sería bastante difícil porque el archivo de la Legión Cóndor se destruyó en la Segunda Guerra Mundial como otros tantos documentos relativos a la intervención alemana en la Guerra Civil española al lado del dictador Francisco Franco. Además de querer llevar el debate a la torre de márfil académica, pone sobre la mesa la holandesa Rotterdam, arrasada por los alemanes en 1940, o la polaca Wielun, en 1939. De forma parecida actuó cuando hace 30 años en Pforzheim se debatió sobre si esta ciudad, al lado de la Selva Negra y destruida en 1945, debería hermanarse o no con Gernika.

Parece que el partido de Merkel sigue temiendo que el nombre del símbolo vasco recuerde que Dresde, como también Pforzheim y todas las otras villas germanas, fueron bombardeadas porque primero alemanes lo hicieron con Gernika y con otros tantos lugares menos conocidos.

Diametralmente opuesta a la posición de la CDU, se halla la del partido de los Verdes, que lanzó esa iniciativa hace un lustro. «La ciudad de Dresde, ententiéndose como una ciudad del arte y de la cultura, puede crear con el nombramiento de la calle Gernika una importante pieza en el mosaico de la cultura local de la memoria y con ello, subrayar de nuevo el deseo de paz como un punto en común en el contexto europeo», manifiesta Christiane Filius-Jehnem, líder de los Verdes en el Consistorio.

Gernika, símbolo universal de la paz, es la interpretación que este partido ha dado al bombardeo desde que sus históricos cofundadores, los pacifistas Petra Kelly y Gert Bastian, llevaron el debate sobre un gesto de reconciliación al Parlamento alemán en 1987. De aquella dinámica política surgió la creación del centro de investigación de la paz, Gernika Gogoratuz (GGG), ubicado en la villa foral vizcaina. A través de su primer director, Juan Gutiérrez, se gestionaron los primeros contactos con pacifistas de Dresde después de que en 1989 se derribara el Muro de Berlín y al año siguiente se materializara la unificación de los dos estados alemanes. Así, la “Venecia del Elba” se ha convertido junto con Pforzheim y Berlín en un lugar de referencia respecto al recuerdo del bombardeo de Gernika. Mientras en la capital alemana existe una “Guernicaplatz”, con ortografía castellana, en Dresde el nombre de la calle, en construcción, será en euskara y llevará una placa que explica la diferencia del significado entre ambas versiones.