Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

«FB: The Secrets of Dumbledore»

La multimillonaria escritora J.K. Rowling concibió la saga ‘Fantastic Beasts’ como una precuela de ‘Harry Potter’, cuya mayor parte de las ganancias editoriales obtenidas tendrían fines benéficos. En principio iba a ser una trilogía, pero con el comienzo de las adaptaciones cinematográficas, hace seis años, anunció que escribiría los guiones de cinco películas. La que se estrena ahora es la tercera y, como el resto, responde a una línea de producción resultante de un proyecto calculado milimétricamente de principio a fin. El productor David Heyman, a través de su compañía Hayday Films, lo tiene todo atado y bien atado, confiando la dirección a su hombre de confianza, David Yates.

El señor Yates se ha convertido en un funcionario a tiempo completo al servicio del Universo Mágico de J.K. Rowling, después de graduarse en Hogwarts como el responsable de cuatro entregas del ciclo Harry Potter: ‘Harry Potter y la Orden del Fénix’ (2007), ‘Harry Potter y el Misterio del Príncipe’ (2009), ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte I’ (2010) y ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte II’ (2011). Así que ‘Fantastic Beasts’ le pertenece por entero, habiendo realizado consecutivamente ‘Animales Fantásticos y dónde encontrarlos’ (2016), ‘Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ (2018) y ‘Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore’ (2022). Se observa que la secuencia temporal se ha visto alterada con esta tercera parte, que llega con algo de retraso, aunque no hace falta explicar que ha sido por culpa de la crisis pandémica.

Para subirse al carro de FB en marcha, sobre todo por parte de la gente no iniciada, es necesario recordar que FB nació conceptualmente como una lectura de Harry Potter en la escuela de magia de Hogwarts, considerada materia obligatoria para estudiantes de primer año. El supuesto libro de principios del siglo XX estaba escrito por el magizoólogo Newt Scamander, seudónimo ficcional de la propia J.K. Rowling, y era obviamente un tratado de magizoología, ciencia que estudia las criaturas mágicas existentes en todo el mundo. El viajero Scamander había llegado a recopilar hasta 75 especies, aunque luego en las películas se van sumando otras más.

Ante la imposibilidad de competir con las niñas y niños que se las conocen todas, es de destacar que las que Scamander tiene como mascotas se llaman ‘bowtruckles’, combinación de antiguo escocés para ‘bow’ (vivienda) e inglés para ‘truckle’ (rama de árbol). Rowling no le va a la zaga a Tolkien a la hora de inventar un lenguaje propio, aquí en referencia a seres de naturaleza arbórea erigidos en guardianes de los árboles, y con cuya madera se elaboran artesanalmente las varitas mágicas. La preferida de Newt se llama Pickett, y es como una ramita viviente que viaja en el bolsillo superior de su abrigo para resguardarse del frío.

La cronología de FB abarca desde 1926 a 1945, y en ‘FB: The Secrets of Dumbledore’ (2022) se narra la influencia de la magia en el ambiente prebélico de los años 30. Las localizaciones son muy cosmopolitas y, si la primera aventura se desarrollaba en Nueva York, ahora transcurre entre Río de Janeiro y Brasil, pasando por Hogwarts. Claro que se trata de una escenificación del todo imaginaria, construida en los inmensos decorados de los míticos estudios Leavesden, que son los estudios británicos de la Warner.

El lujoso reparto se mantiene bastante estable, salvo en lo tocante a la figura del villano, que siempre es la del tenebroso mago Gellert Grindelwald, siendo el danés Mads Mikkelsen quien toma el relevo para la ocasión de sus predecesores Colin Farrell y Johnny Depp.

Greendelwald es el villano megalómano por excelencia, ya que su objetivo es hacerse con el Orden Mágico Mundial, lo que trata de impedir Jude Law en su papel de Albus Dumbledore, como director de la escuela de magia de Hogwarts, con la ayuda de Eddy Redmayne, un Newt Scamander que cuenta con un grupo de fieles varita mágica en mano.