Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Penar hacia el vermú

Cada mediodía, decenas de figuras cabizbajas se dirigen al centro de la ciudad para el vermú a paso cansino. Parecen a punto de caer derrotados, de sentarse en un bordillo o en cualquier portal y darlo todo por perdido. Es en ellos, en los que no se rinden, donde reside la esperanza. 

Los fritos son el reconstituyente esencial para aguantar otro poquico más.
Los fritos son el reconstituyente esencial para aguantar otro poquico más. (NAIZ)

Lo de que todo el mundo vaya de blanco aporta cierto aire fantasmal. Es este solazo criminal lo que permite distinguir a los sanfermineros que avanzan penando hacia Alde Zaharra y distinguirlos de la Santa Compaña.

Particularmente agónica es la subida de la cuesta de Santo Domingo, esa que los bureles de Victoriano del Río han recorrido con otro brío esta misma mañana.

Centenares de personas ponen pie delante de pie en un esfuerzo supremo. Al ritmo de estos abnegados vermuteros, completar el recorrido del encierro les lleva un par de horas, con cuatro paradas mínimo para avituallarse.  

Algunos, los más valientes, en lo más íntimo de su fuero interno saben que no remontarán.

Resulta relativamente fácil empatizar con ellos. Meterse en esas cabecitas que cavilan a la misma velocidad a la que se mueven las piernas. Van pensando en si remontarán a partir de la segunda ronda. Algunos, los más valientes, en lo más íntimo de su fuero interno saben que no, que llevamos ya siete días de feria, hoy es el octavo, y que eso ya es imposible a casi 40 grados.

Aunque ya se sabe que San Fermín es santo milagrero y quiere a sus devotos. Siguiendo por Santo Domingo, ya casi cuando se llega a la placica de Casa Marceliano, la trasera del Ayuntamiento, hay una mesa donde almuerzan todos los días. Esos no perdonan una jornada sin cargar fuerzas en la calle. Llevan décadas así. 

En el extremo norte de esa mesa hoy han colocado un jamón y el sector más veterano ha demostrado tener ciertas dotes de violinistas sacándole las magras. 

El gentío demandaba agua (mucha más que en los días de atrás) y, sobre todo, sombra.

Lo cierto es que el gentío demandaba agua (mucha más que en los días de atrás) y, sobre todo, sombra. Están cayendo veteranos como moscas estas fiestas. Más de cien lipotimias en Tendido Sol en una sola corrida, como las del día 11, y otras 50 ayer muchas son. Los de la Cruz Roja admitieron que no habían visto algo así y han puesto una carpa en el exterior para las atenciones.

Pero volvamos a las almas en pena que ya han subido la cuesta y se han esparcido entre San Nicolás y la Estafeta. Algunos se acodan en las barras aprovechando que les toca pedir el refrigerio. Otros se apostan debajo de balconadas que dejan algo de sombra, atrincherándose en los mejores sitios. 

Poco a poco, las calles se van llenando de nuevo, que de eso se trata. Y en estas que pasa una txaranga moviendo a los más animados con su bombo y su helicón. Y mira tú que también andan por ahí los gigantes. Y que además le toca hoy a la Comparsa una despedida especial a un comercio de toda la vida...