El Ejército israelí ha llevado a cabo casi medio millar de ataques contra Siria en 48 horas, aprovechando la caída del régimen de Bashar Al-Assad y la toma del poder por los grupos islamo-yihadistas.

Los cazas israelíes reanudaron ayer sus bombardeos contra instalaciones militares sirias que ya habían lanzado el lunes, buscando destruir cualquier capacidad militar del país árabe.

Bases aéreas, almacenes, aeronaves, sistemas de radar, centros de investigación científica y depósitos de armas y municiones fueron objetivo en casi todas las provincias del país. Bombardeó Deir al Zur, Hama, Homs, Hasaka, Tartus, Latakia, Damasco, Deraa, Alepo, Al Quneitra y Palmira e incluso el aeropuerto de Qamishlo, en Rojava (Kurdistán)

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los ataques han destruido la totalidad de las defensas aéreas y todos los aviones de guerra sirios.

A su vez, Israel anunció que sus buques de guerra destruyeron toda la flota siria como parte de la operación militar «a gran escala» que justificó por «posibles amenazas provenientes de Siria». También afirma haber acabado con la mayor parte de las armas estratégicas.

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, amenazó a los nuevos dirigentes asegurando que Israel «harán lo que sea necesario» para evitar que una entidad terrorista islámica extremista» actúe en su contra.

OCUPACIÓN DEL ESTRATÉGICO MONTE HERMÓN

Además, confirmó la operación que extiende la ocupación de territorio sirio en el sur, más allá de los Altos del Golán que ya había invadido hace más de 40 años. Ahora lo llama «zona de amortiguamiento». «Esto sería algo similar a lo que había en Líbano y Gaza antes del 7 de octubre», concretó Katz, admitiendo tácitamente su ilegalidad.

En este avance, ocupó el monte Hermón, que ya capturó durante la guerra de Yom Kippur y del cual se retiró bajo el acuerdo de alto al fuego.

Con 2.814 metros de altura, el mayor monte de Siria, supone un lugar estratégico, a solo 40 kilómetros de Damasco y desde donde el Ejército israelí tiene ahora un control total tanto de Siria como de Líbano.

El OSDH aseguró además que las tropas israelíes han avanzado 14 kilómetros dentro del territorio sirio fuera de la llamada «zona desmilitarizada» y están cada vez más cerca de Damasco, y no desde un único punto de la frontera, sino a lo largo de un eje de más de 20 kilómetros. Sin embargo, el Ejército de Israel negó avanzar hacia la capital.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por su parte, aseguró que Israel está dispuesta a entablar relaciones con el nuevo Gobierno de Siria, pero advirtió de que «si permite que Irán se asiente en el país, facilita la transferencia de armas a Hizbulah o ataca a Israel», su Ejército «responderá con fuerza».

Las milicias yihadistas e islamistas lideradas por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham-HTS), antigua filial de Al Qaeda, derrotaron en apenas 12 días al Ejército Árabe Sirio y aún mantienen enfrentamientos con la alianza kurdo-árabe de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) en el este del país, pero no se han enfrentando al avance israelí.

Mientras tanto, Mohamed al Bashir, que ya lideró el Gobierno yihadista en su reducto de la provincia de Idleb, fue ayer nombrado oficialmente primer ministro al frente de un Ejecutivo en funciones hasta marzo. Al Bashir compareció con la bandera de Siria que utilizan los insurgentes y con la del HTS, marcando claramente la hegemonía yihadista en el nuevo poder.

Por otro lado las FSD comenzaron a retirarse de Deir al Zur y se posicionaron en las afueras de la ciudad por la presencia en la ciudad del Estado Islámico «y seguidores del régimen que son parecidos».

También refirieron «duros combates» en la periferia de la ciudad de Kobane ontra las milicias proturcas, que también atacaron la presa de Tishrin y el puente de Qara Kozak, puntos de importancia estratégica para las región kurda. Igualmente, apuntaron enfrentamientos en barrios de la ciudad de Minbej que las milicias proturcas afirman haber tomado.

A la vez, el Estado Islámico mató a al menos 54 miembros de las fuerzas leales a Al-Assad cuando huían de la ofensiva de los insurgentes en el desierto del centro de Siria.