Manuel Sánchez Gómez (EFE)

Los secretos de las cuerdas en Wimbledon

En total, el torneo londinense ha arreglado hasta la fecha 5.531 raquetas, alrededor de 600 al día, con unas máquinas que cuestan entre 6.000 y 8.000 euros. Si se pusiera en fila toda la cuerda que se utiliza, daría para recorrer 74.000 metros (12 metros por raqueta).

Varios trabajadores de Babolat, arreglando las raquetas en Wimbledon.
Varios trabajadores de Babolat, arreglando las raquetas en Wimbledon. (Henry NICHOLLS | AFP)

24 libras (27 euros) por encordar una raqueta, tenistas que piden detalles milimétricos como la cuerda en la que debe empezar el logo de la marca y carreras entre el centro de encordamiento y la pista central de Wimbledon para tenerlo todo listo a tiempo. Así es el día a día en el lugar en el que se ponen a punto las armas de los tenistas en el corazón del All England Club.

En un pequeño edificio cerca de las pistas de entrenamiento del club, la marca de raquetas Babolat se encarga de encordar las raquetas de la mayoría de los tenistas del circuito.

21 máquinas, con 24 encordadores proveen a los tenistas de cuerdas cada vez que lo necesiten. En tiempo récord, unos 15 o 20 minutos, se cortan y colocan las nuevas cuerdas en la raqueta, como si de un rompecabezas hipnotizante se tratase.

Para ello, el tenista puede dejarlas durante el día, con la hora a la que necesita recogerla o incluso durante los partidos. Uno de los recogepelotas apuntará la tensión que requiere el jugador y correrá de la pista a este edificio para que la arreglen. El tiempo medio, cuando es un partido en la pista central, oscila entre 20 y 30 minutos.

«Hay veces esto es una locura, sobre todo en las primeras rondas, con cientos de tenistas jugando», comenta Gorka Alday, de Bilbo, y que ya es un habitual trabajador en los torneos de Grand Slam.

Por sus manos pasan cientos de raquetas, explica mientras corta las cuerdas de una con unas tijeras y asegura que este desperdicio no se deshecha, sino que se recicla para hacer objetos de plástico.

Es un oficio, que además de estresante, supone un reto mental y físico, por lo mecánico y repetitivo y por las marcas que quedan en las manos. Hace escasos días encadenó un par de torneos Futures en Bilbo y ahora estará solo unos días en Wimbledon, no todo el torneo.

Las curiosidades en torno a las cuerdas y los tenistas son sorprendentes. Cada tenista paga 24 libras (27 euros) por cada raqueta encordada, un poco menos (22 libras) si se es júnior, y hay jugadores, como el caso de Marton Fucsovics, que se dejan un dinero importante en ello. El húngaro, eliminado en tercera ronda del torneo, tiene a domingo 6 de junio el honor de liderar la tabla de más raquetas encordadas. 41, para hacer un total de casi 1.000 libras gastadas en este servicio.

En total, el torneo ha arreglado hasta la fecha 5.531 raquetas, alrededor de 600 al día, con unas máquinas que cuestan entre 6.000 y 8.000 euros. Si se pusiera en fila toda la cuerda que se utiliza, daría para recorrer 74.000 metros (12 metros por raqueta).

Cabe destacar que el servicio, pese a que lo presta Babolat, es extensible a todos los tenistas, independientemente de que marca los patrocine. Eso sí, varios tenistas prescinden de ello y contratan encordadores privados. Es el caso, entre otros, de Aryna Sabalenka, número uno del mundo, y Carlos Alcaraz, el vigente campeón de Wimbledon. Jannik Sinner, por ejemplo, que sí utiliza el servicio oficial del torneo ha encordado 31 raquetas en el tiempo que lleva en Londres.

Las más detallistas, como Katerina Siniakova y Anasatasia Potapova, incluso piden en qué cuerda de la raqueta debe empezar el logo de la marca. Es decir, la 'W' de Wilson en el caso de la checa, tiene que empezar en la cuarta cuerda.

«Gustos personales», comentan en el búnker de Babolat, que celebra este año su 150 aniversario y, desde 2022, es el proveedor oficial del torneo.