
A veces en la vida, las cosas llegan sin darnos cuenta: un comercio de toda la vida, el olor a colonia al cruzar la puerta, una conversación casual mientras haces la compra, o también una intuición que se te mete dentro sin hacer ruido. Así fue como Puri, vecina de Erandio, se enteró de que la perfumería Garbi, también del pueblo, aquella donde había entrado mil veces como clienta, estaba a punto de cambiar de manos.
Lo escuchó de labios de Garbiñe, la dueña de siempre. Se jubilaba. Y buscaba a alguien que quisiera continuar el negocio. Ella, inquieta, que no tenía experiencia en perfumería, pero había trabajado toda la vida de cara al público, llevaba un tiempo queriendo cambiar de trabajo. Nada más escuchar sobre el traspaso de la tienda, esa idea se asentó en Puri.
Dudó, claro. Tenía un empleo estable, hijos y, sobre todo, muchas preguntas y miedos. Pero también ganas. Ganas de hacer algo suyo. No se lo pensó demasiado y se acercó a la Cámara de Comercio de Bilbao, donde le hablaron del programa Berriz Enpresa, una iniciativa del Gobierno Vasco con el apoyo de las Cámaras Vascas para facilitar el relevo generacional en negocios consolidados. Le explicaron en qué consistía, le dieron información, le ofrecieron formación y asesoramiento, y la ayudaron a hacerse una idea realista de lo que supondría llevar su propia tienda. Incluso le informaron sobre una ayuda económica pensada para facilitar el traspaso. Le ayudaron a imaginar lo que hasta entonces ni se había planteado: que podía ponerse al frente de su propio negocio.

Lo bonito es que en este proceso no estuvo sola. Garbiñe, que había heredado la perfumería de su madre y la había gestionado durante más de dos décadas junto a su hermana, no quería dejarla en manos de cualquiera. Quería alguien que entendiera la tienda como ella: como un lugar de confianza, cuidado y cercanía. Puri era esa persona.
Y así, durante un tiempo, compartieron mostrador, trucos, historias… Garbiñe le fue dejando las llaves del negocio, pero también las pequeñas costumbres, los nombres de las clientas de siempre, las notas escritas a mano detrás del mostrador. Con tiempo, con cariño, con esa complicidad que solo nace entre quienes se entienden sin hablar demasiado. Porque en negocios como este, los detalles lo son todo. Y porque, en pueblos como Erandio, una tienda no es solo una tienda, es parte de la vida cotidiana.
Desde marzo de 2025, Puri está al frente de la perfumería. Dice que aún hay días en los que siente vértigo. Pero también orgullo. Porque cuando una vecina entra y le pide consejo para regalar una crema, o le cuenta que necesita algo especial para un día importante, ella sabe escuchar. Y eso, en un mundo lleno de prisas, vale más que las mil estanterías llenas y la inmediatez de las grandes superficies y los centros comerciales.
No ha querido cambiarle el nombre. «¿Para qué?», dice. «Si la gente lleva años diciendo: voy donde Garbi…». Y, entre risas, cuenta que Garbiñe viene a ser lo mismo que Puri, su nombre, en castellano. «Parece que esa tienda me estaba esperando».
Hoy, Garbiñe y Puri siguen viéndose y han forjado una nueva amistad llena de complicidad. Tanto, que a veces hasta las confunden con madre e hija. Y aunque una ya no está detrás del mostrador, la otra cuida de la tienda como si siempre hubiera estado ahí. A veces, basta una charla, una corazonada y una mano amiga, como la que ofrece el programa Berriz Enpresa, para que lo que en un principio parecía imposible, empiece a tomar forma.


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