@zalduariz
DONOSTIA

Se busca memoria antifascista en el PSOE

Beñat_Zaldua_aurpegia
Beñat_Zaldua_aurpegia

Empecemos por confesar que me generan serias dudas las convocatorias que, en nombre del antifascismo, tratan de impedir actos de la extrema derecha por la fuerza. Me gusta que quede claro que Vox no es bienvenido, pero me sobran los derroches de testosterona para hacerlo notar. «Al fascismo se le combate» es un eslogan atractivo, pero se acostumbra a olvidar que un combate se puede ganar o perder. Suele ser bastante inteligente plantearlo en escenarios favorables.

Reivindico el derecho a no tener claro si es lo más práctico regalar a la extrema derecha una victimización que los medios españoles van a comprar a ojos cerrados. Diría que la imaginación es un músculo infrautilizado a la hora de mostrar ese rechazo; estoy seguro de que la ridiculización es una herramienta bastante más efectiva.

Ahora bien, reivindico también con orgullo un país, el nuestro, que la derecha española –sea verde, naranja o azul– elige como su principal antagonista para lanzar la campaña electoral. No puedo más que alegrarme de que Abascal, Rivera y Casado escojan Euskal Herria como terreno de confrontación. Somos todo aquello que ellos no quieren ser. Orgullo infinito.

Lamento profundamente, por ello, las reacciones de PNV y PSOE. Me producen una vergüenza ajena insoportable. Aitor Esteban lanzó la idea ayer por la mañana y Patxi López la remató llamando «fascistas» a los que protestaron contra los actos de Vox y Ciudadanos. Ver para creer.

Se entiende el nerviosismo en plena campaña electoral, pero hay mínimos que el sentido de la decencia y la vergüenza –así como la memoria antifascista de ambos partidos– aconsejan mantener. El PNV está visiblemente molesto en una confrontación con la extrema derecha en la que no tiene nada que ganar, mientras que el PSOE quiere disfrutar en exclusividad de dicha confrontación. Vamos a tener que empezar a hablar del rédito que la campaña de Pedro Sánchez espera sacar a base de inflar a Vox. Solo así se entiende el despropósito de que el único debate que ha aceptado el candidato del PSOE sea el que se celebrará en una cadena privada y con la presencia de Abascal, que ni siquiera tiene representación parlamentaria.

El PSOE espera ganar las elecciones situándose como única opción frente a las derechas, y si para eso hay que llamar fascistas a los que protestan contra la extrema derecha, se hace. Como si se pudiera equiparar a feministas y misóginos, a antirracistas y xenófobos, a quienes defienden derechos para todos y a quienes los niegan. Miles de socialistas antifascistas se revuelven ahora mismo en sus cunetas.